Los emoticonos más rurales

Unos 'emoticampoos' que en esta ocasión se pueden encontrar a la entrada de Salces. «Las hemos puesto en muchos lugares», aunque esta es la primera vez después de la pandemia, «incluso he creado alguna con mascarilla», afirma. El encargado de poner el plástico inicialmente es el ganadero. «Mi idea era que en un momento dado, no se tirara de cualquier forma ese plástico, que tuviese una idea conservacionista. Que ese plástico, cuando se consuma el interior, no se quede enganchado por las alambradas», subraya el artista. Una iniciativa que en sus inicios perseguía que los más jóvenes, incluso hijos de ganaderos, tomasen la conciencia de que esos plásticos no se tirasen.

Zubelzu explica que aunque le cueste dinero poner los vinilos, el hecho de sacarle una sonrisa a los que pasean, montan en bici o van en coche, merece la pena, y «más con la falta que nos hace hoy en día», asegura. Una tarea que no fue fácil de realizar al principio: «Los ganaderos eran reacios, por si llegaba gente que pinchase las bolas y se estropeasen, pero la gente es muy respetuosa y los propietarios están encantados. Es un orgullo», concluye. Tanto es así que ahora son los propios ganaderos los que le avisan para que decore las bolas de hierba cuando las hacen.

Por otro lado, el creador recuerda la gran acogida que tuvieron las bolas cuando se instalaron de camino a la estación de esquí de Campoo. «Alguna vez hemos puesto alguna de estas bolas en la estación de esquí, debido a su duración, pues en invierno llegaron a ser un espectáculo, la gente iba a esquiar y se paraba a echarse fotos, se hacían selfis con los 'emoticampoos' y lo subían a las redes», añade agradecido.

También se siente orgulloso de cuando se instalaron en unos acantilados de Noja. «Es un detalle que le gusta mucho a la gente, no hace daño y alegra a la gente», subraya Zubelzu. Y han salido por la televisión, cuando pasó la Vuelta a España en 2015, concretamente en Salces, un detalle con el ciclista Fran Ventoso, que es de ese pueblo y se colocaron allí por dicho motivo. «Es un escaparate, estuvieron puestas a la orilla de la carretera, enseguida se ven las caras», explica Zubelzu. Además, en alguna ocasión, estos rollos de hierba seca se han embutido con el plástico de color rosa y con ese pequeño gesto se dona un tanto por cierto a la lucha contra el cáncer de mama.