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La protesta de la gente del campo en Reinosa, que reunió a unas 300 personas, con medio centenar de tractores, provocó dos cortes de tráfico en la autovía A-67 en ambos sentidos. Desde antes del inicio de la tractorada, los participantes estaban discutiendo si ... debían o no atenerse a lo previsto y permitido, que se limitaba a ocupar las rotondas del acceso norte a la localidad para impedir la entrada y salida de vehículos.
El despliegue de efectivos de la Guardia Civil y la Policía Local impidió que los agricultores y ganaderos pudieran acceder a la autovía con sus tractores. Antes, los agentes habían conversado con organizadores y manifestantes advirtiéndoles de las consecuencias de invadir la carretera. «Pues si no vamos a hacer nada, aparcamos aquí los tractores y nos vamos a comer un pincho enfrente», criticaba uno de los ganaderos.
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Los manifestantes quemaron pacas de paja en las rotondas al tiempo que los tractores desfilaban a su alrededor, haciendo sonar las bocinas, mientras el número de concentrados, ataviados con chalecos amarillos, seguía creciendo. Antes de las 13.00 horas, y de forma espontánea, un grupo comenzó a subir la ladera dispuesto a saltar a la autovía, rápidamente secundado por los compañeros, sin que la Guardia Civil se lo impidiese, lo que hace suponer que entraba dentro de lo previsto. Fue una invasión negociada con las fuerzas del orden, que duró media hora, sin que se produjesen grandes retenciones.
«No venimos aquí a pasear, si no protestamos no se consigue nada», explicaba David Cuevas, de Izara (Hermandad de Campoo de Suso). Estamos hartos, esto ha llegado a un punto que es insostenible: las explotaciones no son rentables y estamos trabajando a pérdidas».
Concluido el tiempo de ocupación pactado, la circulación se reanudó en la A-67 y los manifestantes volvieron a concentrarse junto a las rotondas.
«Este Gobierno lo que pretende es que al final la gente se aburra –razonaba Iván, de San Miguel de Aguayo–; quiere que la gente se aburra, como los del transporte, pero con los ganaderos no van a tener esa suerte, y vamos a seguir luchando».
«Cuando hacemos esto no es porque nos guste, porque cuando salimos a hacer esto hemos dejado muchas cosas atrás, y nos está costando dinero», subrayaba Mª Ángeles García, de Reocín de los Molinos. «No se tiene en cuenta al sector primario, que se está muriendo, como se están muriendo los pueblos, y no se hace nada por evitarlo».
El segundo corte se produjo sobre las 14.00. Nuevamente, los manifestantes pidieron a los agentes que se les consintiese, comprometiéndose a dejar la autovía libre tras un cuarto de hora, como así hicieron, en presencia de unidades antidisturbios listas para intervenir, algo que no fue necesario. «Hay que mirar un poco por ellos, están defendiendo su causa», asumía, comprensivo, Rubén Arroyo, clavado en su coche por el corte. «Es normal que lo hagan: si no no les van a escuchar».
A las 15.00, como estaba previsto, empezó a disolverse la concentración. «Esto lo que refleja es el hartazgo y la situación de asfixia del campo», indicaba Raúl Guillarón, de Asaja, tras la tractorada. «En Campoo el mayor problema es el lobo que, día sí, día no, está matando animales. Eso es una angustia para la gente, que afecta a la rentabilidad de sus explotaciones, y también un problema psicológico, porque no saben cuántos animales les va a matar. Es un sinvivir».
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