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Lo sucedido el 19 de diciembre de 2019, cuando los ríos Híjar, Izarilla y Ebro se desbordaron e inundaron media Reinosa, era para muchos la crónica de un desastre anunciado. Un centenar de casas anegadas, cerca de 800 vecinos que lo perdieron todo, más de 500 coches arrastrados por el agua y calles colmadas de barro y basura dejaron una fotografía que dio la vuelta a España. Lo peor es que quien más, quien menos, lo había visto venir. El abandono de la limpieza de los cauces, la modificación del curso de las cuencas –con la eliminación de las tradicionales zonas de inundación–, y una escasa capacidad de reacción de las instituciones, derivaron en un desastre cuyas secuelas aún permanecen vivas.
Aquella noche se juntó todo:lluvias intensas mantenidas durante varios días y un aguacero de última hora llevaron al colapso de los ríos;pero nada de aquello fue una casualidad. La única suerte que tuvieron los vecinos es que no murió nadie, algo que, a día de hoy, cuando vuelven a pensarlo, «parece imposible», coinciden.
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Las secuelas emocionales son imborrables y la más importante aún persigue a los vecinos en las noches de intensa lluvia. Es el miedo. «Miedo a que vuelva a suceder lo que sucedió», afirma José Eduardo Román del Hoyo, presidente de la Asociación de Afectados por las riadas, una agrupación vecinal que se organizó para exigir a las instituciones medidas correctoras para que el agua no volviera a salirse de su lugar.
15 millones de euros
tienen de presupuesto las tres fases de la obra de acondicionamiento de las cuencas de los ríos que se desbordaron
800 vecinos
se vieron afectados por la riada. Muchos lo perdieron todo, desde el coche hasta la casa
500 vehículos
quedaron destrozados después de que la riada los arrastrara
La suya ha sido una carrera de fondo, una lucha de años, «porque en un inicio nadie nos hacía mucho caso», recuerdan en el colectivo. Llegaron a manifestarse dentro del propio río, tomando palas y carretillos, simulando que serían ellos mismos, si nadie lo impedía, quienes se hicieran cargo de la limpieza de un cauce que llevaba años abandonado. Pero la insistencia terminó dando sus frutos;aunque mucho tiempo después de lo esperado.
Transcurrido año y medio se pusieron sobre la mesa los planes de intervención para poner barreras al Híjar. Un plan dividido en tres fases que supone 15 millones de inversión y que ha cambiado incluso el paisaje de esa zona de la capital campurriana.
El primer trabajo, de los más visibles, fue la eliminación de la vegetación que dominaba el centro del cauce. Los vecinos recuerdan cómo los niños jugaban en aquel pequeño bosque en que se había convertido el río, algo que contribuía al colapso del cauce cuando el agua bajaba con fuerza. Sólo aquella actuación supuso ya un cambio radical en el paisaje y una forma de garantizar que el río podría soportar mucho más caudal del que hasta ese día había sido capaz.
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Luego vinieron otras tantas obras. De agosto a diciembre se acometió la liberación de los ojos de los puentes y el retranqueo de los márgenes en las proximidades del Híjar. Se eliminó la vegetación y los rellenos del entorno a estas infraestructuras y se bajaron las cotas del paseo fluvial en algunos tramos. También se elevaron los gaviones cercanos al puente de La Naval y se retiraron los acarreos del cauce. Se abrieron las confluencias del Híjar y el Ebro; y se elevó la margen derecha a su paso por el paseo El Quintanal. También se mejoró el puente de La Naval y la elevación de los gaviones en la margen izquierda, aguas abajo del puente. Las obras se realizaron entre agosto y diciembre de 2021 y supusieron una inversión de 2,4 millones. «Ya con eso, digamos, se aseguró que el río aguantaría mucho más de lo que aguantó en 2019», cuenta el regidor.
Los afectados dicen que alguien debería haberles avisado del crecimiento paulatino del río aquella noche
Reinosa urge a que se finalicen las intervenciones que aún están pendientes
Un plan es recuperar la antigua zona de inundación junto al polígono de la Vega
La siguiente fue la fase dos, que se encuentra actualmente en ejecución con una inversión superior a los 2,43 millones de euros. Supone la construcción de un nuevo vano en la margen derecha del puente nuevo sobre el Híjar. Se recupera el cauce en la margen izquierda, excavando los rellenos y colocando una escollera en el margen izquierdo tras el puente de La Naval. Otro de los planes es recuperar el cauce en ambas margenes del Ebro mediante la retirada de la escollera y la excavación de los rellenos que se realizaron hace años para recuperar también la sección del puente en el Campo Colorado. Esta fase dos tiene entre sus planes el retranqueo de la lineación de la escollera de la margen izquierda del Ebro bajo el puente del lavadero así como la consolidación y refuerzo de las plantaciones en las obras de restauración fluvial en las márgenes del río Híjar.
Parte de esta segunda fase aún está pendiente;pero en Reinosa son muchos los afectados por la riada de 2019 los que esperan que se termine de una vez por todas con las intervenciones que garanticen la seguridad de cara a futuras riadas, sobre todo teniendo en cuenta que estos fenómenos extremos serán cada vez más frecuentes debido al cambio climático y a que incluso pueden llegar a coincidir con periodos de deshielo, lo que podría multiplicar su poder destructor.
Por eso la tercera fase, la mas ambiciosa, que está aún por ejecutar con un presupuesto de 9,5 millones, supone la reparación del cauce antiguo del Híjar mediante la excavación de rellenos aguas arriba y abajo de la ampliación del puente nuevo. Algunos de los residuos que se extraerán podrían ser tóxicos, porque pertenecen a los antiguos desechos de la fábrica La Naval, «por eso el coste también podría oscilar, dependiendo de la toxicidad y el tratamiento que requieran», afirma el alcalde. Al final, la Confederación Hidrográfica del Ebro planea instalar pluviómetros y sensores de nivel en Campoo de Suso, porque una de las quejas recurrentes de los vecinos fue que nadie los avisó de que el río estaba creciendo a gran velocidad horas antes de que se desboradar en 2019. «La casa la íbamos a ver inundada igual;pero podríamos habernos preparado psicológicamente, podríamos haber salvado los coches», cuenta Del Hoyo.
Los afectados sueñan con el día en que esta fase tres quede finalizada. «Será el día en que todos volvamos a dormir tranquilos y no pendientes del río, sobre todo las noches de temporal cuando no para de llover», afirma José Eduardo Román del Hoyo.
Alcalde de Reinosa en el momento de la riada
A José Luis López le queda un recuerdo doblemente amargo de lo sucedido en diciembre de 2019. El regidor reinosano popular, que en el momento de la riada era teniente de alcalde en coalición con el PRC, fue un afectado más. «Fueron tiempos difíciles. Recuerdo vivirlo muy mal porque aquel es el barrio de mi infancia y tenía familiares que estaban afectados»;pero también era una de esas personas que pusieron voz a la institución. «Yahí, cuando ves que la gente se pone nerviosa y no entiende que las intervenciones no se pueden hacer todo lo rápido que se debería, pues lo pasas doblemente mal», recuerda.
«Hubo un tiempo en que los vecinos veían en el Ayuntamiento más a un enemigo que a un aliado», lamenta de un tiempo en que justifica la indignación ciudadana. «Era complicado y la sensibilidad estaba a flor de piel. Había gente que lo había perdido todo y quizá no recibió las respuestas que esperaban de las instituciones, sobre todo a la velocidad que las pedían. Por todo ello considero que era normal que estuvieran así de enfadados, era comprensible».
La crisis llegó tras negociar con la Confederación Hidrográfica del Ebro, sobre todo cuando el organismo confirmó que no tenía competencia para intervenir en la zona del cauce que atraviesa el entorno urbano de la ciudad. «Pero en el Ayuntamiento no teníamos recursos para hacer las obras que necesitábamos», según los técnicos, para mejorar los cauces y recobrar la confianza tras las riadas. «Al final, la suerte que tuvinos fue la entrada en la ecuación del Gobierno regional», confirma el regidor. El Ejecutivo cántabro ha realizado el grueso de la inversión, cerca de 15 euros.
«Aún faltan cosas por hacer pero podemos decir que lo hemos conseguido entre todos. Hemos logrado lo que ya está hecho y el compromiso de que lo que queda está proyectado y terminará haciéndose», celebra López. «Al final ha sido un logro de todos. Por un lado, del consistorio, por supuesto, pero también de los vecinos, que han estado siempre encima, sin descanso, para que las administraciones no se durmieran. Esa presión, creo, ha venido muy bien».
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