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No por recurrente la Pasión Viviente de Castro Urdiales deja de estremecer a las miles de personas que se acercan hasta este municipio de la costa cántabra para presenciar un espectáculo único. Año tras año, los integrantes de la asociación castreña que da vida ... a los últimas horas de la vida de Jesús de Nazaret hacen que los espectadores vibren y se emocionen con una representación que traspasa con su realismo a unos niveles de trabajo actoral profesional. Y es que las escenas de mayor sobrecogimiento, las del castigo al ya proclamado Cristo son así, reales. La corona de espinas, la flagelación en el bolo, el camino a la cruz, cargando el pesado madero, las caídas y la crucifixión.
A sus 25 años, Alejandro Izurieta ha vuelto a dejarse este viernes, literalmente, la piel en el papel principal de la Pasión Viviente de Castro Urdiales. Ya lo hizo hace cuatro años, y no dejó pasar la gran oportunidad de volver a interpretar a Jesús de Nazaret, algo que considera un privilegio. Un papel que ha interpretado con más madurez a lo largo de las 15 escenas de la Pasión, que recorren con exactitud lo textos bíblicos que narran la vida de Cristo, o más bien sus últimas horas, esas que le llevaron al Calvario donde, según los documentos, fue crucificado.
Desde primera hora de la mañana, la última cena ha sido el punto de partida de la escenificación que, como siempre, ha ido a más a medida que avanzaba la historia. En los aledaños de Santa María y en el interior del templo se han desarrollado las escenas previas al vía crucis, correspondientes al prendimiento de Jesús por los soldados guiados por Judas Iscariote, el juicio del Senado judío, el arrepentimiento de Judas -una de las más impactantes de esta primera parte- y los juicios de Pilato y de Herodes, que han sentenciado a muerte a Jesús.
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A partir de aquí, la parte más descarnada de la recreación se ha abierto paso, la flagelación de Izurieta en su interpretación de Cristo. Una escena que ha conmovido a los presentes por su crudeza y realismo y ha arrancado alguna que otra lágrima a los espectadores. Esta escena para el actor que la interpreta este año es el verdadero punto de partida de La Pasión Viviente, tal como lo expresó en una entrevista previa en El Diario Montañés.
Tras ser castigado por los soldados, con la corona de espinas sobre la cabeza de Cristo, ha comenzado la representación del vía crucis, que ha recorrido parte del casco viejo castreño, reconvertido en la ciudad de Jerusalén. En su recorrido hasta la Atalaya, bordenado la Plazuela y la plaza del Ayuntamiento, se han producido las tres caídas de Izurieta con el madero y los encuentros con María Magdalena; María, interpretada por su madre, Edurne Pérez; y Verónica, que ha limpiado con un paño el rostro de Jesús, que ha quedado impreso con su rostro.
La Pasión ha finalizado con las escenas más emotivas en la Atalaya, la crucifixión de Jesús bajo los ojos de su madre y Juan, y la representación de La Piedad por Edurne con su hijo yacente en su regazo, que después de ser sepultado ha resucitado poniendo el broche de oro a una última edición de la Pasión Viviente castreña.
Ya entre bambalinas mucha emoción por parte del elenco ante el fin de la representación. Abrazos, lágrimas y felicitaciones a Izurieta han sido la tónica dominante de la gran familia que es la Asociación Pasión Viviente.
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