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A sus 25 años, Imanol Vilella ha encarnado por primera vez a Jesús de Nazaret este viernes en los últimos episodios de su vida. 15 han sido las escenas que Vilella ha representado como Cristo en la Pasión Viviente de Castro-Urdiales. Acompañado por un ... gran elenco de 700 actores no profesionales entre los que se encuentran varios de sus amigos; su madre, Charo Castillo, en el papel de María y su novia, Maider Saralegi, en la piel de María Magdalena, el joven castreño, periodista de profesión, ha tenido gracias a la representación «la mejor experiencia de su vida». Tras el sobrecogedor espectáculo, que además este año ha cumplido su cuarenta aniversario, las felicitaciones se suceden y Vilella, «radiante», nos recibe entre bambalinas aún con la emoción a flor de piel, y también las heridas ocasionadas por los latigazos.
–¿Cómo ha sido interpretar el papel protagonista de la Pasión?
–La mejor experiencia de mi vida. Es la mejor experiencia que puede tener cualquier persona que sea de Castro y que tenga la posibilidad de encarnar este papel. Es maravilloso, no te lo puedo explicar con palabras, estoy lleno y feliz, la gente incluso me ha dicho que estoy radiante, y es verdad. El sufrimiento físico queda a un lado cuando te sientes así.
–Entonces, ¿merece la pena el dolor y las heridas?
–Mucho, de hecho ahora no me acuerdo de los latigazos ni de las heridas, ni las marcas, ni recuerdo de cuando me han tenido que curar las llagas. Solo me acuerdo de ver las caras de felicidad de la gente, y vuelvo a recrear en mi cabeza lo que ha sido. Es lo verdaderamente bonito y lo que se te queda grabado.
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–Si el año que viene vuelve a tener la oportunidad, ¿repetirá?
–No, esto es algo que se hace una vez en la vida. Desde el primer momento lo he enfocado como algo único y algo que sabía que no iba a volverme a pasar ni a repetir de esta manera. Precisamente eso es lo más bonito y lo que me ha permitido disfrutarlo a tope, que sabía que era algo por lo que iba a pasar hoy y que no iba a volver a ocurrir nunca. Sé que estas últimas cinco horas no las voy a revivir en mi vida, salvo desgracia, que esperemos que no, como que a alguien le pase algo o que nos quedemos sin relevo generacional. Saber que esta era la única oportunidad ha sido lo que realmente me ha hecho disfrutar.
–¿Cuál ha sido el momento más emocionante de la representación?
–La escena de los leprosos. Llevaba mucho tiempo emocionándome en los ensayos, en esa escena en la que los leprosos me rodean y me piden. Cuando he llegado allí ya estaba muy, muy, muy fatigado y me ha impresionado. Ya ya venía muy mal a nivel emocional de haberme encontrado con mi novia -María Magdalena-, con mi madre en el papel de María también como madre en la ficción o con otros personajes, pero la escena de los leprosos tiene algo que es diferente.
–¿Y el más crudo?
Los latigazos sobre el bolo en el exterior de la iglesia de Santa María han sido muy duros. No sólo por el dolor, sino también por el frío que he sentido en ese momento. Es una escena para cerrar los ojos y apretar los dientes porque la flagelación duele una barbaridad. Tengo varias heridas abiertas en el costado del cuerpo, pero la experiencia merece la pena y es algo que pasa inadvertido, me quedo con las caras de la gente.
–¿Hay mucha diferencia entre los ensayos y el día de hoy?
–Muchísimo, no se parecen en nada. Sí que es cierto que los ensayos te sirven para hacerte una idea de lo que puede ser y una composición de lugar de la escena. Pero es otro mundo, mil veces mejor. Esto te mete en la historia, el sufrimiento que llevas es muy real. Ensayar te prepara para el día y los mecanismo de interpretación los coges, pero el día de hoy es muy diferente.
–Antes de encarnar a Jesús ha representado otros papeles, aunque no repita como protagonista, ¿seguirá formando parte del elenco en próximas ediciones?
Sí, por su puesto. He hecho el papel de arquero, de herodiano, de romano, de apóstol en la Última Cena y el año pasado de Juan. Iba a seguir aunque no hubiera salido como Cristo, pero ahora tengo aún más compromiso moral, que, por otra parte, no había desaparecido en ningún momento, pero ahora es como si todavía le debiera más a la Pasión. Es increíble y aquí me van a tener muchos más años.
–¿Qué momento destacaría del día de hoy?
–Me quedo con la parte final de la subida a la calle San Juan o con el encuentro con Magdalena, que ha sido muy bonito.
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