Los turistas vuelven a Cantabria

Son los primeros y ya tenían ganas. Ganas de rabas, de playa, de terrazas y de reencontrarse con familia y amigos. Se ha hecho de rogar, pero la movilidad entre las dos comunidades ya es una realidad y la zona oriental de la región es donde más se está notando. La semana pasada, los bares y paseos marítimos apenas tenían paseantes. Este sábado, era difícil encontrar una mesa libre. Muchos pueblos cercanos a Vizcaya triplican –y quintuplican– su población durante el verano y, aunque aún no han llegado todos, los más aventajados ya están disfrutando de Cantabria. El presidente de la región, Miguel Ángel Revilla, y el lehendakari, Íñigo Urkullu, personificaron el viernes por la mañana la libertad de movimiento al encontrarse en un punto medio entre las dos comunidades, aunque los primeros vascos llegaron durante la madrugada, en cuanto se autorizó el paso. Desde este domingo, además, se abre la veda al resto del país, por lo que no tardarán en llegar visitantes de otros puntos de España, como Madrid y Castilla y León.

La diferencia es notable. El sábado pasado, las terrazas de Castro apenas tenían clientes. Este, el casco histórico estaba lleno de gente a la hora del vermú. Y no era para menos. El sol y las ganas de romper con lo cotidiano fueron suficientes para animar a los vascos a visitar el pueblo marinero. Eso sí, el uso de mascarillas no está tan generalizado y se usan menos que en otros puntos de la región, como Santander.

Las camisetas del Athletic de Bilbao los delataban, como la que llevaba José Ángel Martínez, quien caminaba junto a su pareja, Leire Díez, por el paseo marítimo de Castro. «Hemos recorrido toda la zona paseando, aprovechando lo bueno que hace. Ahora llega lo importante, ir a comer unas rabas», contó el joven. «Ya teníamos ganas de venir, estábamos cansados de ver siempre lo mismo. Antes de que pasara todo esto veníamos a menudo desde Santurce porque está muy cerca, así que esta será la primera de muchas», añadió Leire. Aunque sólo vinieron a pasar el día, su familia tiene una segunda vivienda en Castro, por lo que sus próximas visitas serán más largas.

Pocos metros más allá, Alberto Gómez y Lorena Delgado paseaban con el carrito de su bebé. «Hemos venido a hacer un trámite», apuntó ella señalando el carricoche. «Lo compramos en Barakaldo, pero teníamos que cambiarlo y en una tienda de aquí lo tenían disponible, así que no esperamos más». Aunque no vinieron sólo a hacer recados. La pareja es habitual de Castro y cuando llega el buen tiempo lo visitan, al menos, una vez cada 15 días. «Miramos en internet que no había mucho tráfico y aquí que nos plantamos. Con la gestión hecha, aprovecharemos el resto del día para pasear y comer por la zona», completó Alberto. Aunque el viento del nordeste truncó las ganas de playa de muchos, las terrazas acogieron a todos aquellos que no tenían ganas de arena y mar.

Era difícil encontrar un hueco donde sentarse, pero Susana López y su familia tuvieron suerte y disfrutaron de unas cervezas y refrescos en el paseo marítimo. «¡Tres meses sin vernos! Hemos venido corriendo», aseguró la mujer. La mitad viven en Castro y la otra mitad en Bilbao. «Vine el viernes con los niños y me quedo ya todo el verano porque tenemos casa aquí». Las ganas de reencontrarse eran tantas que ya habían retrasado el plan unas cuantas veces. «En Semana Santa, imposible, el 16 de junio, nada... Así que de hoy no pasaba. Hemos quedado todos para comer juntos». Algunos de sus familiares vinieron a pasar el día, pero ella y sus hijos no piensan salir de Cantabria hasta que llegue el otoño. Bastante les ha costado llegar como para marcharse.

Aunque se nota mucho que ya existe movilidad entre Cantabria y el País Vasco, todavía son los primeros visitantes y quedan muchos por llegar en las próximas semanas. En Laredo y Noja, las terrazas estaban mucho más llenas que hace una semana, aunque aún falta bastante para multiplicar la población como cada verano. Además, a partir de hoy empezarán a llegar turistas de otras zonas de España y será aún más visible ese aumento de gente en la región.

La playa Salvé de Laredo fue un gran descubrimiento para Mikel Izarra y Susana Domínguez, que no son muy asiduos a la zona oriental de Cantabria pero se animaron a conocerla ayer para aprovechar el buen tiempo. «Es una playa muy grande, así que hay mucho espacio entre los grupos. Es estupenda para las niñas, que han podido jugar todo lo que han querido sin molestar a nadie», narró Mikel. La pareja es muy asidua de Llanes, en Asturias, pero la movilidad hacia esa zona no se ha abierto hasta hoy. «Estamos contentos de haber conocido más esta zona». Susana, además, valora lo rápido que fue el trayecto. «Hemos llegado en un 'pis pas'. El camino en coche ha sido muy tranquilo, sin apenas tráfico, así que estupendo».

Y aunque muchos vinieron a pasar el fin de semana con un plan bien organizado, otros optaron por improvisar sobre la marcha. David Rodríguez, Mikel Burgueña e Iraide Gorostiza decidieron visitar Noja durante la madrugada del sábado. «Lo dijimos ayer sobre las dos de la mañana y quien ha querido se ha apuntado». Lo primero que hicieron, aprovechando el sol, fue pasar la mañana en la playa, entre la arena y el agua. Cuando les entró el hambre, fueron al restaurante Los Peñones, donde tuvieron que esperar para comer porque no tenían reserva. Al terminar, su intención era seguir improvisando.