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Las elecciones autonómicas y municipales de 2023 serán recordadas en Cantabria por la victoria inapelable del PP, el descalabro del regionalismo y la extinción de Ciudadanos, que en los comicios del domingo perdió toda su representación parlamentaria y consistorial. ¿Toda? No. Una localidad ubicada al ... sur de la Bahía, El Astillero, ha conseguido mantener con vida las siglas de la formación liberal después de haberla rescatado de entre los escombros que ha dejado el paso del tsunami popular por la provincia.
Contra todo pronóstico, el equipo de Ciudadanos en el municipio astillerense no solo ha logrado mantener los cinco ediles con los que venía gobernando en minoría la legislatura pasada. Es que los ha incrementado hasta sumar quince, el triple, reduciendo a meramente simbólica la presencia en el Consistorio de las grandes fuerzas políticas (un concejal el PSOE y otro el PP) y dando un portazo a las que son minoritarias.
Insólito, porque arrasar literalmente en unos comicios acudiendo a la cita vestido así, con los signos de un partido desahuciado, el caso de Ciudadanos en El Astillero, donde la formación naranja ha obtenido más concejales que en toda Cataluña entera (solo conserva diez de los 229 que tenía), tiene un nombre propio: Javier Fernández Soberón.
Principal artífice de la gesta –no cabe calificarlo de otro modo, es una gesta– el astillerense ha sido refrendado en las urnas por el 70,19% de sus vecinos, lo que le convierte en el alcalde más votado de España entre los municipios que tienen más de 18.000 habitantes. Algo que ni él mismo se había siquiera imaginado que pudiera llegar a ocurrir.
«Las sensaciones eran buenas. Teníamos la percepción de que la gente quería que siguiéramos», confiesa Fernández Soberón, muy agradecido por el apoyo masivo que ha recibido su proyecto. «Pero ni poniéndonos en el mejor de los casos pensamos que íbamos a obtener este respaldo. Quince concejales de diecisiete... Yo no creo que haya en el pueblo ninguna porra en la que alguien haya acertado este resultado o que ni siquiera se haya aproximado», admite muy sorprendido el primer edil.
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Daniel Martínez
Tuvo que frotarse los ojos cuando en torno a las ocho y media, en el arranque del escrutinio, se puso a fisgar en el ordenador. «Me fui a la sede del partido para seguir los resultados desde allí» y en esas estaba cuando recibió dos llamadas casi simultáneas de los interventores de Ciudadanos en dos mesas electorales, una de El Astillero y otra de Guarnizo, dándole noticias frescas. Y buenas. Muy buenas. Buenísimas. «Uno me dijo que teníamos más del 70% de los votos y otro que teníamos hasta casi un 80%». Y claro, «ya me puse nervioso», porque una podía ser casualidad, pero dos ya no.
Con el recuento ya avanzado, y la constatación de una victoria sin precedentes en el municipio, Fernández Soberón y su equipo cobraron conciencia de lo hecho y se apresuraron a celebrarlo sin dejarse llevar por la euforia, porque los magníficos resultados obtenidos allí, en El Astillero, se vieron en parte ensombrecidos por los pésimos datos recogidos en el resto de Cantabria, donde la formación naranja perdió la poca musculatura que todavía le quedaba.
Chocante, ese contraste de cifras tiene a su juicio una explicación. «La política nacional y la política municipal son cosas distintas. Esto no va de siglas, va de personas», dice aplicando la máxima. «En los pueblos, la gente no vota a los partidos, no vota a las siglas, vota a las personas», subraya. «La gente va a votar con una papeleta lo que quiere a nivel nacional y a nivel autonómico y, luego, va a votar con otra distinta lo que quiere a nivel municipal», explica Fernández Soberón, que cree, y los resultados así lo dicen, que él y su equipo han sabido jugar muy bien esa carta electoral, un as en la manga de cualquier político que crea en la cercanía con sus vecinos.
Es su caso. El día antes de las elecciones, el sábado, el regidor, que tiene dos teléfonos móviles, uno para su uso como alcalde y el otro para su uso ya personal, tenía en el primero 1.400 conversaciones sin leer con sus vecinos. No mensajes. Conversaciones. Ayer ya ni se atrevía a mirarlo. «Pero, por supuesto, voy a contestar a todas, como hago siempre», así se tire respondiendo hasta que se le agote la batería. O la legislatura. «Usted dígame que otra fórmula mejor que esta hay para que un alcalde pueda atender y resolver cuanto antes cualquier problema que le plantee un vecino».
Conoce a los concejales pinchando aquí.
Igual va a ser ese el motivo por el que ha arrasado en El Astillero, el secreto de su éxito, la explicación a tan extraño fenómeno. Que atiende a sus vecinos y resuelve sus problemas.
«Solo hemos aplicado el sentido común; ayudar a los vecinos cuando lo necesitan. Es tan sencillo como eso», afirma el astillerense, que cuando habla de sentido común se refiere a practicar «aquellas políticas que necesita el pueblo pensando en el pueblo». Para tan 'revolucionario' alcalde, «arreglar los columpios de La Cantábrica o poner luces led no son ideas de derechas o de izquierdas. Son, sencillamente, ideas necesarias y buenas para todos los vecinos». Como esa de poner a disposición de todos ellos (los 18.153 que residen allí) su teléfono móvil «para que cualquiera pueda mandarme un mensaje o hablar conmigo directamente y exponerme un problema, una duda, una sugerencia y atenderla con la mayor prontitud posible».
Tratado por sus vecinos como un vecino más, Fernández Soberón, al que no le gusta perder el tiempo en «chorradas», desvela por fin su secreto: «Trabajar, trabajar y trabajar».
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