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Los responsables de la investigación del crimen de la joven dominicana Rebeca Cadete Santana durante la madrugada del jueves en Laredo tienen pocas dudas de cómo se produjeron los hechos. Puede faltar algún detalle. Hay flecos que aún no están del todo cerrados, pero la ... cronología general está prácticamente completada. Tomás Maestre Ramírez coincidió esa noche con su expareja -con la que estaba acabando una relación sentimental que se había interrumpido en distintas ocasiones- en un local de la villa que frecuentaban a menudo. Junto a otros miembros de su grupo de amigos estuvieron en el bar hasta aproximadamente las tres de la mañana. Es decir, una hora antes de que le propinara unas veinte puñaladas, varias de ellas mortales, en la vivienda de la chica. Y usó dos armas distintas. Primero un cuchillo que llevaba consigo y después otro que encontró en la cocina de la casa.
Oficialmente, los responsables de la Policía Judicial de la Guardia Civil de Cantabria no han aportado detalles, pero esta es la versión que trasladaron a los agentes las dos principales testigos -las compañeras de piso de Rebeca, que presenciaron la escena- y distintas personas del entorno de la pareja. Y todos los elementos objetivos que se han puesto sobre la mesa confirman esta narración. El principal es el informe preliminar de los forenses que han analizado el cadáver. Según la información remitida al Juzgado de Primera Instancia e Instrucción Número 1 de Laredo, que estaba de guardia en el momento de los hechos y se ha hecho cargo del caso, las heridas de la mujer fueron provocadas, «aparentemente», por dos elementos distintos.
El Instituto de Medicina Legal de Cantabria ha encargado nuevos análisis para confirmar al 100% este extremo. En el informe definitivo, para el que aún no hay fecha, los expertos tendrán que confirmar lo que, a simple vista, observaron tanto los servicios sanitarios que atendieron en un primer momento a la mujer como los agentes: que había sido degollada y agredida en el tórax. Cualquiera de estas incisiones pudo acabar con su vida.
El asunto se encuentra bajo secreto de sumario, por lo que aún no ha trascendido el contenido de la declaración de Tomás ante el juez. Es decir, que no se sabe si ha reconocido los hechos tal y como considera la Guardia Civil que se produjeron. Ni siquiera se sabe si ha ratificado sus palabras cuando se entregó voluntariamente en la comisaría de la Policía Local de Laredo. «He hecho algo horrible. La he matado», cuentan que dijo al llegar. Ayer, el titular del juzgado redactó un auto de ingreso en prisión. El joven de 29 años llegó a media tarde en un furgón policial a la prisión de El Dueso, en Santoña.
Los amigos de Rebeca, que eran también amigos de Tomás y todavía no entienden qué pudo pasar a una persona que califican como «buena» y «nada violenta», no aclaran qué ocurrió en el bar donde se encontraban. Sí señalan que el ambiente no era muy distinto del habitual y que incluso se hicieron fotos y vídeos mientras tomaban algo.
Ella estuvo allí hasta cerca de las tres de la madrugada. Se encontraba a sólo cien metros de su casa, en la plaza Rosario Ochandiano, donde fue asesinada una hora después. Salió del local y unos minutos después siguió sus pasos el presunto asesino. De forma insistente, comenzó a llamar al timbre y a la puerta del 4º izquierda del número dos. El entorno está convencido de que, si finalmente se decidió por abrir, fue para que cesara el escándalo y el ruido no despertara a los vecinos de la comunidad. Ese pudo ser su gran error.
A partir de ahí se desencadenó la agresión. A las 04.05 horas el 112 recibió las llamadas de socorro. Las compañeras de piso han relatado a la Guardia Civil que en un primer momento la emprendió a golpes, patadas y puñetazos. Trataron de defenderla, pero «es un hombre y tiene mucha más fuerza» y corrieron para protegerse en una de las habitaciones. Echaron el pestillo y se pusieron delante de la puerta para impedir que la tirase abajo. Mientras llamaban a los servicios de emergencias, estaban convencidas de que ellas eran las siguientes. «Vieron mucha sangre y tuvieron que ser atendidas por los psicólogos. Imagínate cómo siguen. No han podido ir a trabajar», remarca una amiga.
Pero, ¿por qué utilizó dos cuchillos distintos? Las personas que han conversado con los investigadores lo han entendido a posteriori. Al entorno de la pareja -hacía algunos días habían roto la relación- le han enseñado una fotografía de un cuchillo de sierra y pequeño tamaño roto por la mitad. Entienden que ese era el que el joven ya tenía en su poder cuando llegó a la vivienda y que se partió fruto de la brutalidad de la agresión. Por eso fue a la cocina y cogió otro que tenía a mano.
Así se entienden mejor las palabras del presidente regional, Miguel Ángel Revilla: «A mí, la verdad, me ha sorprendido el ensañamiento terrible y la frialdad con la que ha actuado este tipo. La chica ha recibido más de una veintena de puñaladas». De la casa salió huyendo y cuando todavía se estaba desplegando por la villa pejina el dispositivo de búsqueda, el asesino confeso se entregó en la Policía Local.
Tomás pasó toda la noche de ayer en el calabozo municipal. Volvió a dormir y en todo momento se mostró tranquilo en las breves conversaciones con los agentes que le custodiaban. A las 09.00 horas desayunó un café con leche, un cruasán, una pieza de fruta y agua -lo que marca el protocolo policial- y sobre las 13.40 horas volvió a ver la luz del sol. Fue durante sólo unos minutos. El tiempo que tardó la Guardia Civil en trasladarle desde la comisaría de la Policía Local hasta los juzgados. El paseo de unos cincuenta metros lo hizo en coche por seguridad.
En previsión de que los amigos de la víctima pudieran protagonizar altercados e intentos de acercarse, la Unidad de Seguridad Ciudadana de Santander realizó un operativo especial para custodiar al coche con cristales tintados en el que viajó y también para contener a la ciudadanía. Lo segundo no hizo falta. A las puertas del Ayuntamiento -comparten dependencias- había poco más de cincuenta vecinos, que tan solo lanzaron algunos gritos e insultos. «Asesino», «cabrón»...
La declaración ante el juez duró alrededor de una hora y posteriormente fue dirigido hasta El Dueso sin realizar una reconstrucción de los hechos en la vivienda. La Guardia Civil está tan segura de la cronología que no fue necesario. Le dejaron en el departamento de ingresos y pasará la primera noche acompañado de un interno de apoyo para evitar suicidios, como marcan las normas de Instituciones Penitenciarias. Fue recibido por un médico y ya hoy tendrá la entrevista con el trabajador social, para que justo después le destinen a un departamento. Debido a la alarma social generada por el caso y por el hecho de no tener antecedentes penales, lo más probable es que vaya al módulo dos, más reducido, con una capacidad máxima para 44 internos. Es decir, que puede estar más controlado.
Mientras tanto, amigos y conocidos, que reconocían el jueves que la pareja discutía de forma constante pero que él nunca se mostró violento, se siguen acercando hasta la ventana del ayuntamiento donde se han colocado de forma espontánea velas y mensajes en recuerdo de Rebeca.
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