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J.G.
Laredo barre el temporal

Laredo barre el temporal

Las calles pejinas que permanecían anegadas han amanecido despejadas y sólo La Pesquera mantiene zonas de campo inundadas

Miércoles, 18 de enero 2023, 09:24

Escolares camino de colegios e institutos a las 08.30 horas. La normalidad se impone en Laredo tras 48 horas en las que parte de su casco urbano estuvo a merced de las aguas. Los barrios de San Lorenzo y El Pelegrín acabaron durante la tarde de ayer de despojarse de la inundación provocada por unas lluvias torrenciales en alianza con el deficiente sistema de evacuación de las pluviales que condenan una y otra vez a este enclave de la villa pejina.

Vecinos y empresarios procedían a devolver el estado habitual a sus portales y negocios, mientras a pie de calle eran los operarios del servicio de limpiezas, en manos de FCC, los que redoblaban esfuerzos para tratar de eliminar los restos de agua y barro presentes aún en distintas calles. La surgencia del Pelegrín, al pie de la montaña del alto de Laredo, aparecía con un caudal mucho más calmado que la víspera, merced a la ausencia de precipitaciones desde las tres de la madrugada.

Sólo la zona de La Pesquera mantiene enormes extensiones de terreno bajo el nivel de las crecidas. La calle República de Colombia, enlace de la zona del Ensanche con la autovía, asoma con sus márgenes transformadas en impresionantes lagos. Un espejismo en el amanecer laredano que lleva a pensar si la playa habrá cambiado de sitio.

En el arenal de la Salvé persisten los surcos remarcados por las palas excavadoras tanto en la entrada de Cruz Roja, punto de evacuación de las pluviales de la zona centro, como a la altura del Carlos V, donde desemboca el río Mantilla. Su alivio durante la jornada de ayer se tradujo de inmediato en un descenso del nivel de la crecida, permitiendo que los esfuerzos a pie de asfalto para achicar el agua en tiendas, comercios y garajes dejase de ser baldío.

Porque durante las horas más aciagas de la noche del lunes y la mañana del martes se libró en puntos como Marqués de Valdecilla, Avenida de España, Martínez Balaguer o Comandante Villar una desigual batalla contra los elementos en la que, irremediablemente, salían perdiendo quienes más se afanaban en impedir lo inevitable.

El paso de la borrasca Gerard por la comarca del Asón comenzó asustando con un desbordamiento del río en Ampuero, el punto más crítico. Pero acabó convertido en la crónica de las inundaciones en unos barrios de Laredo que en las últimas décadas han sido incapaces de librarse de la losa que supone vivir a cota cero sobre el nivel del mar. Lo peor es que en el horizonte no se atisba ninguna medida correctora que evite estos desastres a futuro. Si a ello se le suma un deficiente mantenimiento de los cauces, responsabilidad de la Confederación Hidrográfica del Cantábrico, la tormenta perfecta está servida.

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