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El timbrazo de alerta llegó sobre las cuatro de la madrugada del martes. Y ese fue el primer susto del día: «Desperté sobresaltado», cuenta Julio Castro, de Isequilla, una localidad de Liendo. Al otro lado de la puerta un vecino quiso avisarle de que el ... agua acumulada en la calle por las intensas precipitaciones ya amenazaba los vehículos que estaban aparcados a las puertas de su casa. Y a partir de esa conversacion le resultó imposible conciliar el sueño de nuevo: «Llevo toda la noche sin dormir», contaba ayer cuando el reloj marcaba ya las 15.00 horas. Se pasó la madrugada comprobando el nivel del agua porque su zona fue una de las afectadas por el primer temporal del año que inundó numerosas viviendas y garajes subterráneos como el suyo. Es más, a esas alturas de la jornada el agua que cubría el camino de acceso a las casas contiguas llegaba, mínimo, por la cintura, según el punto. Así que algunos vecinos se quedaron encerrados en el interior a la espera de que mejorara la situación. Una estampa que «no he visto nunca. Llevo 17 años viviendo aquí y no he conocido nada igual», admitía el vecino que se pasó la mañana «ayudando» y comprobando las idas y venidas del agua.
Superado el martes, ahora está preocupado por cómo transcurrirá el resto de la semana. Por ahora la previsión no parece muy optimista. «Dicen que vienen días malos y estamos muy asustados. Sobre todo esperamos que no se nos vaya la luz para que las bombas no dejen de funcionar» porque entonces no habría forma de sacar el agua. Algo que ayer ya les pasó a sus vecinos: «En los chalés del fondo se les ha ido y están hasta arriba de agua, con hasta tres o cuatro metros», contaba mientras señalaba con la mano una zona a la que no se podía acceder.
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A. G. P.
José Ignacio Arminio
«Liendo es un hoyo, un embalse» y el agua que cae se va acumulando generando las balsas que en algunos puntos obligaron a cortar el tráfico. Con el susto en el cuerpo, a lo largo de la noche Julio fue haciendo marcas en la acera para observar el nivel del agua: «Incluso cuando paraba de llover seguía creciendo», explica. Y mientras permanezca así de inundado no podrán hacer nada más que armarse de paciencia y esperar:«Los vecinos llamaron al 112, pero no pudieron hacer nada», relata.
A lo largo del municipio se formaron diversas balsas de agua que impedían el paso de coches y en Isequilla no fueron los únicos afectados por el temporal. A poco más de un kilómetro de allí Violeta Arias esperaba a que su hijo saliera de la casa para saber cuáles eran los destrozos: «No estábamos porque vengo aquí en verano y nos ha llamado un vecino para avisarnos de lo que había ocurrido. Estoy muy preocupada», comentaba. Minutos después el balance de la situación lo hizo Alfonso Santamaría tras dejar atrás la vivienda inundada. «Está todo fatal, la casa es un desastre», admitía. Tanto en el jardín como en el interior flotaban sillas, tiestos e incluso el frigorífico y el agua le llegaba ya por encima de las rodillas, explicaba. «No se puede recoger nada hasta que no pare de llover», reconocía resignado. «No tenemos otra opción».
Hasta la zona se desplazó una unidad de Bomberos del 112 del parque de Laredo para comprobar la situación de los vecinos y corroborar sus palabras: «Es como llenar un embalse. Y si el nivel del río está por encima del garaje, no se puede intervenir más. Hay que esperar», señalaba un profesional. Por su parte el alcalde del municipio, Francisco Javier Villanueva, definió el sentir de los vecinos con una palabra: «Desesperados» e intentando sacar el agua de las casas. Un trabajo «imposible».
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