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La villa pejina aparece como un destino destacado en las páginas de obligada consulta para los usuarios de autocaravanas. La gran mayoría acude a lugares que las guías oficiosas señalan como recomendados. Uno de ellos se sitúa en la intersección del Parque de los Tres ... Laredos con la avenida Enrique Mowinckel. Desde hace un par de años la estampa de este aparcamiento ha cambiado. Hasta Google lo señala como parking de autocaravanas. La paciencia de los vecinos se desborda ante los comportamientos de una minoría «ruidosa, molesta e incívica», que aprovecha para evacuar las aguas grises en mitad de la calle. O que utiliza las fuentes cercanas como lavadero, o las duchas de la playa para su aseo personal, «enjabonado incluido».
Miguel Balda pone voz a al hartazgo vecinal. «Es un descontrol. Se aprovechan de todos los servicios que los demás pagamos con una contribución urbana que es de las más caras de España». Y señala con decepción que sus reiteradas quejas ante la Policía Local acaban en una invitación a que se quejen al Ayuntamiento. «Pero allí tampoco hacen nada», remata. Desde la Policía Local, su jefe Francisco Roiz reconoce que «el problema es que hay que pillar al infractor en el momento. Y, como cualquier acto delictivo, se esmeran en hacerlo lo más rápido posible». En todo caso reconoce que ya han tramitado varias denuncias e insiste en que «la acampada está prohibida».
Laredo se suma así este verano a los problemas que han sufrido otras localidades muy turísticas de la región. En Oyambre el problema se arrastra desde hace ya varios años, y en el Parque Natural de las Dunas de Liencres las protestas de los bañistas también son continuas desde hace tiempo, ya que las autocaravanas quitan mucho espacio de aparcamiento a los conductores que pretenden dejar su vehículo cerca de la playa de Valdearenas, sobre todo los fines de semana de julio y agosto.
Santander tampoco ha permanecido ajeno al desorden que causan este tipo de turistas. Aparte de la denuncia constante de la oposición en el Ayuntamiento, que considera que las autocaravanas no tienen espacio suficiente en la ciudad ahora que circulan muchas más, hace un par de semanas se vivió un episodio curioso en Mataleñas, justo enfrente del campo de golf: alguien quitó la señal de prohibido aparcar a estos grandes vehículos y el lugar se llenó en pocas horas. Solo la restitución de la señal a su sitio al día siguiente permitió desalojar el lugar. Pero este miércoles se vivió otro capítulo de invasión en el Parque de Mesones, en El Sardinero: se reunieron allí un puñado de autocaravanistas que fueron invitados a marcharse enseguida.
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Estos son solo algunos de los últimos capítulos que se han escrito en la región en fechas recientes porque, en lo que va de año (hasta agosto), Cantabria ha multado a 600 propietarios de fincas y autocaravanistas por pernocta ilegal. Todas las voces consultadas al respecto por El Diario Montañés coinciden en que este tipo de turismo está generando situaciones indeseables en Cantabria con incumplimientos constantes de las normas además de problemas de convivencia con el resto de visitantes y los vecinos. Pero también hay consenso en que Cantabria tiene un altísimo potencial para que esta actividad crezca siempre y cuando las instituciones desarrollen un marco legal que lo propicie. De hecho, la Consejería de Turismo está elaborando un texto legislativo regulador que todos los afectados esperan ver concluido cuanto antes.
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