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Su exmarido, quien le maltrató a ella y a sus hijos menores -de los que también abusó- ha salido este sábado de la cárcel. Ella esgrime informes que niegan una evolución favorable de su agresor en prisión. Ana María Gutiérrez (Laredo, 1969) teme ... por su vida y por la de los suyos, y no ha parado en los últimos meses de alertar sobre una situación que, con las leyes en la mano, nadie le resuelve.
-Su pesadilla ya está suelta.
-Se me pasan por la cabeza mil cosas. Tengo mucho miedo. La inquietud de ver qué va a pasar. Ya no tengo la libertad de salir a la calle y hacer lo que quiero. Tendré que hacerlo mirando alrededor, teniendo cuarenta ojos, vigilando. Es toda tu vida la que se pone patas arriba.
-¿A qué amenaza no ha dejado de darle vueltas desde entonces?
-Él ha dicho en prisión que no iba a recoger sus cosas cuando salga, porque iba a volver a la cárcel. ¿Va a robar? No. Lo que va a hacer es llevarse a alguien por delante. A mí, a mi pareja, a los dos.... No sabes. Así que le das vueltas a todo. No es que tengas un solo pensamiento en la cabeza. Son muchos.
-Usted ha denunciado públicamente el pánico que le provoca esta situación.
-Yo he gritado a los cuatro vientos ese miedo que siento. Me baso en el informe en el que dicen que esa persona no está reinsertada y es peligrosa. Yo no digo que le metan en la cárcel de por vida. Pero algo tiene que haber para estas personas. Que tomen medidas ahora, no después. Si a mí me pasa algo, ¿de qué me sirve un minuto de silencio o la bandera a media asta? Lo estoy anunciando, estoy reclamando protección. ¿Para qué me sirve que luego hagan ese paripé?
-Esto que dice...
-Es que estamos ante una macabra puerta giratoria. Al mismo tiempo que él recobra su libertad, a mí me cortan las alas para poder seguir viviendo, ahora que es cuando he empezado a vivir de verdad. Porque con él no viví.
-¿Por qué no hay medidas que la protejan?
-La sentencia incluía una orden de alejamiento. Pero ésta comenzó a correr mientras él ha estado en la cárcel. Me han explicado que se hace así en previsión de tenerme protegida si él salía de permiso algún fin de semana. Y resulta que la orden de alejamiento se agotó en el 2019. En resumen: no ha servido de nada.
-Es inexplicable.
-Una de las razones para que no se adoptasen unas medidas cautelares más severas es que, en mi caso, no había denuncias previas. Yo tenía gente que me animaba a que lo hiciera. Vale, le denuncio, pero ¿me garantizáis que no le voy a volver a ver? Porque claro, si le denuncio y tengo que seguir conviviendo con él... ¿De qué me sirve? De ponerle peor a él. No creo que sea la solución, ¿no?
-¿Le queda fe en la Justicia?
-Yo entiendo que hay unas leyes y ellos se ciñen a ellas. Yo me iría más arriba, a los que tienen el poder de legislar. Si alguien de los que hacen las leyes tuviese a alguien de su familia en mi situación, igual se lo pensaban.
-Usted está dando visibilidad a una realidad que nos cuesta asumir.
-Yo reivindico que las demás mujeres que están en mi situación hagan lo mismo. Que luchen, que se hagan públicas en vida. Todo el mundo cree que esto no pasa, pero nos daríamos cuenta de la dimensión que tiene este tema. Lo tenemos a nuestro alrededor.
-Es admirable su entereza.
-Cuando te enfrentas a que puedes perder tu vida, tienes que luchar con todas las fuerzas del mundo. Yo me estoy enfrentado a la muerte, yo quiero vivir. En esta sociedad tenemos derecho a la libertad. Lo mismo que él, lo tengo yo también. Que su libertad no suponga mi entierro.
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