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Cuando Roberto S. P. abandone el penal de El Dueso (Santoña) el próximo mes de junio, tras cumplir una pena de más de cinco años de cárcel por abusar de sus dos hijos y maltratar a su expareja de manera continuada, no lo hará con ... total libertad. El Juzgado de Violencia sobre la Mujer ha acordado la colocación de un dispositivo de seguimiento después de que su exmujer Ana María, una vecina de Laredo de 53 años, pidiese amparo al juez, a través de El Diario Montañés, porque «temo por mi vida y la de mi actual pareja».
En apenas dos semanas, y gracias también, según comenta, «a la presión de las redes sociales y la asociación feminista laredana a la que pertenezco», Ana María ha logrado que el juez tome cartas en el asunto, ya que estaba previsto que Roberto S. P. abandonase la cárcel con una orden de alejamiento únicamente sobre sus hijos, dejándola a ella sin protección alguna.
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Y todo a pesar de que en la sentencia que le llevó a la cárcel se recoge que el reo no sólo humilló y menospreció día a día, durante siete años, a su exmujer, a la que llegó a colocar el filo de un cuchillo en el cuello como aviso de que no le temblaría el pulso para acabar con su vida, sino que también abusó sexualmente de sus dos hijos (un niño y un niña) con una frecuencia quincenal desde 2004 hasta 2010. Hechos que dejaron graves secuelas emocionales en las tres víctimas.
Seis años después de esta condena, los fantasmas del pasado han vuelto a la vida de Ana María cuando le advirtieron de que su expareja «no se ha reinsertado y sale a liarla de nuevo».
Atemorizada por la situación, esta vecina de Laredo, que trabaja de limpiadora en una empresa de ventanas, comentaba hace dos semanas que le había llegado una información de los funcionarios de El Dueso de que su expareja ha dicho que «no va a recoger sus cosas porque va a volver a entrar a prisión».
Por eso, Ana María empezó a movilizarse. Hasta el punto de avisar que tenía pensado sacarse una licencia de armas «porque si va a salir a por mí, es él o soy yo. Al final es su vida o la mía», apuntaba, desesperada. Incluso sus hijos –que ahora tienen 22 y 26 años– decían lo mismo. «Aunque tengamos que ir la cárcel... De la cárcel va a salir él. Somos jóvenes y aunque tengamos que ir a prisión, por lo menos no vamos a vivir toda la vida con miedo», llegó a trasladar esta madre con suma preocupación cuando contactó con este periódico el pasado 13 de abril.
Ahora, tras la respuesta del Juzgado, Ana María –que aún desconoce el funcionamiento de la pulsera telemática que colocarán a su exmarido– se siente «más tranquila». «Por lo menos va a estar más controlado, va a tener una vigilancia exhaustiva», apunta.
Además, cuenta que, junto al dispositivo de seguimiento, le han informado de que la Guardia Civil realizará un seguimiento de su caso y «tendrán controlado» a su exmarido. «Ahora no va a poder estar a sus anchas por ahí, ya que le van a tener localizado en todo momento. Algo he conseguido después de hacer pública mi situación, porque me sentía desamparada», comparte.
Aunque sus hijos estarán pendientes de ella una vez que su padre salga de la cárcel, ya no tendrán que irse a vivir con ella para que cuente con la protección de su orden de alejamiento.
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