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La madrugada del martes será difícil de olvidar en el hogar de Pilar Zaballa, ubicado en el barrio Llatazos de Liendo. En cuestión de minutos, ella, su marido y su hija, vieron cómo el agua se llevaba por delante todos los enseres de la planta ... baja de la vivienda de sus suegros en la que residen junto a su cuñado Enrique, una persona muy querida en todo el valle que quedó impedido tras sufrir la coz de un caballo cuando era niño. A él pudieron ponerle a salvo en el piso superior. Abajo el nivel del agua alcanzó el medio metro y destrozó todo lo que encontró a su paso. La lavadora, la nevera, el sofá o los colchones quedaron inservibles ante la impotencia de unos moradores que al amanecer tomaron conciencia de los graves daños padecidos. «Lo hemos perdido todo», resumía Pilar, con esa resignación que aflora después de haberse hartado de llorar.
La impotencia la arrastraba por una estancia donde perdurará la huella de la humedad como recuerdo más cruel del abusivo peaje que las inundaciones se cobraron en esta morada. Con la ayuda de algunos de sus vecinos, incluido Juan, el teniente de alcalde, trataban de poner en orden el día después de un naufragio del que ni siquiera escapó la colección de figuras del niño Jesús, mecidas a su suerte por esta descomunal avenida. A escasos metros de allí, el sumidero conocido como 'Ojo de Rucueva', que discurre paralelo al arboreto, y por el que se filtran las aguas de escorrentía de todo el valle, ya se había acomodado a su cauce habitual y parecía querer poner tierra de por medio ante la catástrofe desencadenada.
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Al igual que en este punto, las aguas que anegaron muchas zonas del valle se habían esfumado una vez que las precipitaciones dieron una tregua en la tarde del martes. No fue así en la casa de Pilar, donde la inundación sólo amainó alcanzada la noche. Fue entonces cuando pudieron ponerse manos a la obra para tratar de poner un poco de orden en el caos desatado en un episodio que sólo tiene parangón en otro acontecido cuatro décadas atrás, cuando a su suegro tuvieron que rescatarle por el balcón del piso superior voluntarios de Cruz Roja.
De vuelta al presente, Pilar y su hija miraban incrédulas lo que quedaba de una planta baja que, hasta el lunes, había sido el eje de sus vidas, y que ahora asomaba como el decorado de una película de terror. Ante él clamaban por una solución por parte de la Confederación Hidrográfica para evitar estos episodios en los que el agua escapa de su lecho natural y campa a sus anchas anegando todo lo que encuentra a su paso. «Que no mareen el pato ni vengan a hacerse la foto ni nada, que busquen soluciones», insistía. Su recuento de daños resultaba demoledor: en la casilla del haber sólo contaban con lo puesto. El resto se lo arrebató el agua. El suyo fue, sin duda, el caso más extremo de un episodio de inundaciones que se cebó con algunas otras propiedades de Liendo.
A escasos kilómetros de allí, en Laredo, un amanecer sin lluvias permitió agilizar las labores de puesta a punto de los garajes y negocios de los barrios San Lorenzo y Pelegrín que sufrieron el indeseado abrazo del agua y el lodo, durante la noche del pasado lunes. Fue el caso de María Echeverría, que se afanaba en dejar operativo el garaje que, por enésima vez, fue alcanzado por la crecida. «Cada poco tiempo, como venga una marea así, nos inundamos», resumía, antes de reconocer que no veía soluciones viables «a una situación recurrente». Al otro lado de la carretera general, Rebeca López, de la Pescadería La Pejina, volvía a abrir su establecimiento, que ayer estuvo cerrado porque la calle Marqués de Valdecilla, igual que un largo tramo de la Avenida de España. «Ayer estuvimos toda la tarde limpiando, después de que el agua bajase a partir de las 20.00 horas». Al frente del establecimiento hace 21 años, señala que ya había conocido otras inundaciones anteriores, pero ninguna tan intensa como la del lunes.
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En la calle Martínez Balaguer, el supermercado BM, permanecía con las puertas cerradas al carecer de suministro eléctrico. Su plantilla de 14 trabajadores se afanaba en limpiar el establecimiento, reponer e implantar género nuevo, y evaluar las pérdidas. Por el acceso a sus almacenes, en la Avenida de España, evacuaban el género perdido, con destino directo al vertedero, dado el riesgo que podría suponer para su consumo, imposibilitando su donación.
En la calle Comandante Villar, Antonio López, 'Toñín', de Deportes Record, ponía orden entre la pila de cajas de calzado que, directamente, irán a la basura, al haber quedado sumergidas tras una inundación que causó estragos en el local. En su caso se da la circunstancia de que reside en Liendo, por lo que el martes ya amaneció con las aguas llamando a las puertas de su casa. Y con la alerta de que la tienda situada junto a la Alameda Miramar, también estaba anegada. «Entró el agua unos quince centímetros. Tenemos torres de alcazado y todas las primeras zapatillas que estaban abajo se calaron, e incluso cayeron las torre». Una experiencia que no es la primera vez que les toca vivir.
«Ya nos pasó en el 2012. Y también en el año 1977, el día de San Antonio», rememora. Respecto a las causas de tanta reiteración, lo tiene claro. «Para mí es la playa, que está más alta que el pueblo. Toda la vida se sacó de aquí arena. Antes, para entrar a la playa tenías que bajar tres escaleras, y ahora tienes que subir un muro. Es el único paseo marítimo del mundo en el que no se ve el mar. Aquí, cuando vienen las lluvias el Ayuntamiento coge una pala y abre un canal como si fuese un río en la zona de la playa. Eso tenia que ser natural. Limpiando el alcantarillado y solucionando el tema de la playa, yo creo que desaguaría». Lo repite mientras agradece la colaboración de familiares y amigos gracias a los que pudo recomponer el desastre y volver a empezar. Los seguros, con su peritaje, tendrán la última palabra en la compensación de daños.
Revilla y Gochicoa visitan Liendo
El Gobierno de Cantabria cree que la «única solución» para evitar inundaciones como las que ha sufrido Liendo con el actual temporal es una actuación «de varios millones» que estudia la Confederación Hidrográfica del Cantábrico y que consistiría en desviar las aguas a través de un tubo que atraviese el macizo rocoso hasta la costa, un proyecto «complicado» pero que «hay que acometer» y en el que el Ejecutivo regional estaría dispuesto a colaborar. Así lo han indicado este miércoles el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla (PRC), y el consejero de Obras Públicas, Ordenación del Territorio y Urbanismo, el también regionalista José Luis Gochicoa, durante una visita a Liendo para inspeccionar las inundaciones sufridas ayer en el municipio por el temporal.
Revilla y Gochicoa ha explicado que Liendo está ubicado en una especie de «olla» y carece de una salida natural de las aguas más allá que una filtración a través de esta sima, motivo por el cual sufre inundaciones. Y ello, a pesar de que tiene un suelo kárstico porque, si no, cuando llueve «sería un lago». Para intentar remediar esta situación ha explicado que «la única solución posible» sería llevar a cabo un proyecto que consistiría en derivar el agua a un lugar fuera del núcleo urbano y alejado de casas y locales donde se pudiera almacenar y, de ahí, a través de un tubo que tendría que atravesar un macizo para desaguar en la costa, que está «muy próxima» pero al otro lado de la montaña. Aunque desde el Gobierno de Cantabria reconocen que se trata de una actuación «complicada», costosa -de «varios millones de euros»- y con trámites «muy largos», creen que «hay que acometerla».
Durante, la visita, y pese a las inundaciones que ha sufrido este municipio y otras zonas de Cantabria que son un «clásico» en este tipo de situaciones, Revilla ha opinado que para la «barbaridad» de agua que ha caído -unos 100 litros por metro cuadrado en la comunidad autónoma en 24 horas- los daños han sido «menores» y «mucho más limitados que en otros momentos». Y ello Revilla lo ha achacado a dos cuestiones. Una de ellas, ha sido la actitud preventiva de los ciudadanos y los ayuntamientos ante los avisos que se han lanzado y que éstos «han tenido en cuenta» y, por otro lado las obras realizadas, tanto por la CHC como por el Gobierno regional, para evitar inundaciones.
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