El santoñés Gabriel, primer bebé del 2023 en Cantabria

Se llama Gabriel. Es de Santoña. Y apenas esperó 38 minutos del año recién estrenado para convertirse en el primer bebé del 2023 nacido en Cantabria. Lo hizo en el Hospital Comarcal de Laredo, apenas unas horas después de que sus padres Winy, de 28 años, y Diego, de 33 años, ingresaran porque las contracciones de la mamá auguraban la inminencia del alumbramiento. Este matrimonio, natural de Colombia y que desde hace once meses reside en Santoña, reconoce que llevan un año «repleto de sorpresas». Y la del nacimiento de su primogénito Gabriel se lleva la palma. «Lo esperábamos hacia el día 15», explica Diego, sin perder la sonrisa que acompaña a ambos mientras contemplan el dulce descanso de la criatura que se empeñó en romper los pronósticos y asomó en la semana 38 de embarazo. Lo hizo con un peso de 2,908 kilos y 48,5 centímetros. Y se convirtió en el mejor mensaje de Año Nuevo para la familia que, al otro lado del charco, aún contaba las horas para tomarse las uvas, porque allí eran las seis de la tarde. «Están encantados. No han dejado de llamar y de interesarse por el bebé y por la mamá», explicaba Diego, que al mismo tiempo reconocía que no había caído en el detalle de que su hijo era el primero en llegar al mundo en nuestra región. «Nos ha pillado por sorpresa cuando nos lo han dicho», explicaba.

Winy, algo fatigada tras unas horas intensas, se mostraba «encantada» con el trato recibido en el hospital pejino, donde se afronta la maternidad de una manera que a ella le resultó sorprendente. «Todo es muy diferente a nuestro país. El niño me lo entregaron a mí y estuvo mucho rato conmigo, encima de mí, contacto piel con piel, algo muy diferente y que me ha gustado mucho», reconocía. Previamente, también se sintió reconfortada en el momento clave del parto. «Me daban aliento, me animaban diciéndome '¡tú puedes, eres una guerrera!', y eso me motivó mucho», destacaba. Por su parte, Diego también estaba entusiasmado, al haber sido testigo de todo el proceso de llegada al mundo del primer hijo de este joven matrimonio. «Ha sido una experiencia única, no hay palabras, muy bonito todo, nunca se me olvidará», relataba emocionado.

Ambos parecían haber olvidado el intenso día de Nochevieja en el que, a las cinco de la mañana del sábado, se plantaron por primera vez en el hospital laredano ante las primeras contracciones seguidas de la rotura de aguas. «Pero nos mandaron de regreso, porque apenas había dilatado un centímetro», relataba Winy. Ya por la tarde, regresaron al centro sanitario, porque las sensaciones auguraban un desenlace más próximo. «Me llevaron a observación y ya había dilatado cinco centímetros, por lo que decidieron ya dejarme en sala de partos. Luego dilaté hasta los siete centímetros, y, apenas dos horas después, ya estaba Gabriel en mis brazos», recuerda, en una secuencia que para ella «ha sido muy rápida». Ahora deberán permanecer 48 horas en el hospital antes de recibir el alta y emprender una nueva vida de familia en su hogar santoñés. De momento el bebé, cuyo nombre es un homenaje al abuelo materno de su padre Diego, asiste en silencio a la conversación y sólo hace un pequeño amago de llorar, antes de quedar rendido en el regazo de su feliz mamá.

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