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Hace unos días, José Mari Arregi, Padre Provincial de la provincia franciscana de Arantzazu, anunciaba la marcha de la orden del monasterio de Santo Toribio de Liébana. Será a finales de este año 2024. La principal razón es la falta de religiosos y la ... elevada edad de los que actualmente custodian el monasterio y el Lignum Crucis. Así se lo comunicó al obispo de Santander, Arturo Ros, para que desde el Obispado se pueda comenzar a dar los pasos necesarios para que, bien orden religiosa, bien sacerdotes, se hagan cargo del monasterio lebaniego, en el que los franciscanos, de forma ininterrumpida, han permanecido desde abril de 1961.
La noticia, esperada en cierto modo, ha causado una honda conmoción entre los lebaniegos, que a pesar de la marcha de los franciscanos este año valoran su gran labor tanto en el monasterio como en las parroquias que llevan.
En la actualidad, solo hay tres franciscanos en el monasterio de Santo Toribio, todos ellos de edad avanzada: el padre Guardián, Juan Manuel Núñez, el padre Óscar Soroa y el padre Pablo Redondo. Ellos se encargan de las celebraciones de los cultos y de seguir atendiendo las parroquias que tienen asignadas.
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El padre Guardián aseguró ayer a preguntas de El Diario Montañés que «la postura tomada de abandonar este año el monasterio no solamente ha sido del Padre Provincial, sino de la Provincia Franciscana de Arantzazu a través del Provincial y su Consejo, ya que venían meditando durante algún tiempo esta posibilidad». «No sabíamos cuándo se iba a conocer la noticia, pero ya lo veíamos venir y no nos ha pillado de sorpresa. Sabemos que el padre Provincial mantuvo una conversación con el obispo de Santander, y supongo que pondrían una fecha de abandonar el monasterio, pero a nosotros aún no nos han comunicado nada, de hasta cuándo vamos a estar aquí ni qué tiempo», recalcó.
Respecto a la marcha de su orden de Liébana, Juan Manuel Núñez indicó que «en el contrato que tenemos firmado, aparece que cuando una de las dos partes quiera dejar el monasterio, tiene que pasar un año para así dar tiempo para buscar una solución y decidir quién puede venir a relevarnos». Esta salida no es la única que se producirá entre los franciscanos ya que «se están cerrando muchas casas que llevábamos y, además del monasterio de Santo Toribio, se van a cerrar otras dos. Da pena que se haya llegado a esta situación, pero no es porque la Provincia quiera, sino porque no dispone de elementos para continuar, ya que la edad media que actualmente tenemos los 87 frailes franciscanos es de 78 años, y hemos llegado a ser 700 religiosos. Aquí en el monasterio, los tres franciscanos que vivimos superamos los 75 años, ya que el padre Óscar tiene 76 y tanto el padre Pablo como yo tenemos 77 años».
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El todavía padre Guardián del monasterio lebaniego es consciente de que finalizado el Año Jubilar hace apenas unos días y pensando en la celebración del próximo que será en 2028 «nuestra Provincia Franciscana ha decidido que este año es el pensado para que abandonemos el monasterio, con la intención de que los sacerdotes o la comunidad religiosa que vengan a sustituirnos puedan disponer del tiempo necesario para poder prepararlo, ya que no sería apropiado que dilatásemos nuestra partida para abandonar más adelante».
El padre Juan Manuel Núñez es el franciscano que más tiempo ha vivido en el monasterio lebaniego y, por tanto, el que ha mantenido un mayor contacto tanto con los lebaniegos de los diferentes pueblos como con los visitantes que año tras año acuden a Santo Toribio. «Llegué al monasterio en el año 1981, y en 1990 tuve que abandonarlo porque me destinaron a Nájera. Regresé de nuevo en el año 2009 y desde entonces llevo aquí de forma ininterrumpida», relata.
«Nuestra Provincia Franciscana ha decidido que este año es el pensado para que abandonemos el monasterio»
«Da pena que se haya llegado a esta situación, pero no es porque la Provincia quiera, sino porque no dispone de elementos para continuar»
«La presencia aquí del Lignum Crucis es tan importante que para nosotros es como si fuera uno más de la familia»
Lo cierto es que tanto Núñez como sus actuales compañeros en el monasterio sienten «mucha pena» por tener que abandonar un lugar donde han pasado sin duda, y como ellos mismos dicen, «los mejores momentos de nuestras vidas», ya que en el monasterio «hemos celebrado bautizos, comuniones, bodas o entierros» y han contribuido a que se sigan conservando las tradiciones en torno a la Reliquia de la Cruz, como «la Vez de los viernes, donde los lebaniegos vienen a venerar la Reliquia; la bajada anual de la Cruz a Potes, el domingo de Pentecostés, o la especial celebración de la Semana Santa, que con la presencia de la Reliquia cobra una relevancia extraordinaria».
Tanto para el padre Guardián como para el resto de franciscanos que han vivido en el monasterio lebaniego, «la presencia aquí de la Reliquia del Lignum Crucis es tan importante que para nosotros es como si fuera uno más de la familia».
Juan Manuel Núñez, emocionado, concluye que «llevaré siempre a la Reliquia en mi corazón, porque la Cruz da mucho. Lo que si reconozco es que mi vida la dejaré en este lugar cuando tenga que abandonarlo».
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