«Si lo poco que tenemos nos lo van a quitar, pues ya apaga y vámonos»

«Si las pocas alternativas que tenemos los pueblos para quedarnos aquí nos las van a quitar, apaga y vámonos», explicaba ayer Kaelia Cotera. La joven es vecina de Tresviso y acaba de abrir un restaurante 'El Redondal'. Desciende de ganaderos locales y conoce el camino desde siempre. «Somos pocos vecinos pero lo seguimos usando porque es esencial para cruzar las cabras y no hay una ruta alternativa viable para los pueblos y los ganaderos». Según explica, las alternativas que existen para conectarse con Bejes sería bajar a Urdón o subir al puerto del Hoyo del Tejo, y no lo contemplan factible.

Lo mismo opina Sergio Roiz, un ganadero que regenta la Quesería Río Corbe en el pueblo de Bejes, justo en medio de la ruta. «Los que estamos en contra de que se cierren opinamos lo mismo, el único beneficio que obtenemos de la canal es la ruta, no hay otro», esgrime. En su caso, al igual que Kaelia, estima que si se cierra puede perder un porcentaje de ventas importante de los montañeros que visitan Bejes o Tresviso.

La empresa Repsol, que cuenta con todo en regla para cortar los voladizos, afirma que lo hacen por «seguridad» en la infraestructura y para no tener que lamentar accidentes, pero los vecinos creen que el paso ha sido «seguro» siempre y que han optado por la solución más fácil. «Nunca ha habido ningún accidente», insistem. Ellos, al igual que otros, creen que es de justicia que conserven el paso aquellos que explotan sus recursos hídricos tras la construcción de la canal. «No pagan ni los animales que se caen al agua», alega.

En el otro extremo, La Hermida, otro ganadero, Sergio Sánchez, utiliza la ruta porque es la más derecha para sus cabras. «Lo que tienen que hacer es restaurarlo, para los pastores es un perjuicio grande», explicaba. Eliminar esa infraestructura le supone dar un importante rodeo.

El proyecto para eliminar los pasos voladizos presentado por Repsol viene de «años atrás» y se enmarca en la «mejora de la seguridad» de la infraestructura. Llegados a éste punto se conocía hace tiempo también la oposición de los vecinos expresadas en concejos y reuniones, «pero de poco nos ha valido», lamentan. Finalmente, Cillorigo daba licencia para la obra y lo hacía, según expresó el lunes su alcalde, Jesús Cuevas, porque el proyecto tenía todos los parabienes de otras administraciones superiores y no otorgar permiso podría derivar en denuncia.

Dos de los informes se emitieron desde el Parque Nacional donde se encuentra la ruta y desde la Dirección General de Biodiversidad. Ayer, el titular de éste último departamento, Antonio Lucio, aclaraba que sus informes nada tenían que ver con lo que haga el municipio que dio licencia y que ellos se limitaron a cumplir su normativa. «Hay que dejar claro que el propietario de la instalación actúa bajo sus criterios de mantenimiento y presenta un proyecto para mejorar las condiciones de seguridad y para eliminar aquellos elementos que consideran que no contribuyen a darla», explicó. Unos criterios -aclaró- en los que «no entra» Biodiversidad ni el Parque, ya que su función es saber «si son compatibles» con la normativa de ambos organismos (como la Red Natura 2000). «Y, evidentemente, lo son», concluyó. Ayer empezaron.