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El argayo de Ruente se está moviendo. La ladera que en enero del año pasado se desprendió sobre la carretera CA-180, que separa a este municipio de Cabuérniga, continúa deslizándose. De hecho, ayer por la mañana podía apreciarse la caída de pequeñas piedras ... en la zona de protección junto a la vía y el evidente deslizamiento del terreno. Sin embargo, y aunque la situación en un principio pueda resultar desconcertante para los que no son expertos en esta materia, «lo sucedido forma parte de lo previsto». Así lo aseguró el consejero de Obras Públicas, José Luis Gochicoa. Lo hizo después de que dos técnicos de su departamento acudieran a comprobar in situ el estado de la montaña.
Las imágenes de las piedras resbalando por el terreno hasta caer al suelo evocan el accidente ocurrido hace casi dos años, cuando varias toneladas de tierra se comieron, literalmente, la carretera como consecuencia de las fuertes lluvias, y las consiguientes inundaciones, que asolaron Cantabria. El argayo cortó la comunicación del valle y partió en dos la vida de sus habitantes. Alrededor de 1.600 vecinos de Cabuérniga y de Ruente permanecieron semiaislados casi un mes, mientras desde la Consejería trabajaban a contrarreloj para despejar la carretera y recomponer la fisonomía de la montaña.
Las labores para retirar la piedra y los escombros supusieron tiempo y esfuerzo, además de una importante inversión. Los dos carriles de la carretera, que es la principal vía de comunicación del valle cabuérnigo con Cabezón de la Sal, Torrelavega o Santander, se fueron abriendo de forma paulatina hasta que las obras se dieron por concluidas. Desde entonces, transitar por la zona ha sido totalmente seguro y según el consejero, «lo sigue siendo», aunque continúe habiendo lo que ha calificado como «pequeños deslizamientos superficiales». Gochicoa admitió ayer que este movimiento «es totalmente normal». De hecho, adelantó, «va a continuar habiendo deslizamientos, porque se trata de una ladera inestable». Con el objetivo de que estos corrimientos «no afecten al tráfico y a la seguridad de los vehículos se creó un sistema de protección de la carretera», que sirve para contener lo que pueda ir cayendo desde de lo alto de la montaña.
El político insistió en que desde la propia Consejería «estamos vigilantes a cualquier tipo de suceso que parezca sospechoso, pero en este momento nada indica que pueda haber problemas en la montaña», aseguró totalmente convencido. Por todo ello, se ha decidido no llevar a cabo ninguna medida adicional.
Con respecto a si las intensas lluvias que se han registrado en Cantabria en los últimos días pueden haber precipitado la caída de tierra, Gochicoa respondió que «evidentemente las lluvias pueden causar este tipo de movimientos, pero sabíamos que se iban a producir en un momento u otro». La alternativa, dijo, «es hormigonar la montaña, algo inviable por el tipo de terreno». El alcalde, Jaime Díaz, secundó ayer la visión del consejero. «He visto que se habían desprendido algunas piedras en la zona de la carretera habilitada para ello, pero la ladera no ha experimentado movimiento alguno», señaló. Se trata, concretó también, «de desprendimientos puntuales con los que ya contábamos. En mi opinión el argayo no ha vuelto a activarse».
En noviembre del año pasado la aparición de varias grietas en lo alto de la montaña también hizo saltar las alarmas entre los vecinos del valle. Los encargados de vigilar el argayo ya dijeron entonces que no había nada que temer. «La estructura geológica y los materiales indican que el desplazamiento de la tierra va a continuar activo durante mucho tiempo», zanjaron hace casi un año. Por eso, la solución que plantearon, y que en su momento ejecutó el Gobierno de Cantabria, consistió en «eliminar todo lo que pudiera poner en peligro la carretera y dejar que el resto siguiese cayendo de manera natural». Es decir, controlar el argayo y realizar un seguimiento del mismo, además de limpiar lo que se va deslizando por la ladera de la montaña. Es lo que se está haciendo por el momento en Ruente, donde la montaña nunca duerme.
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