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La recién formada Asociación de Alumnos de la Escuela de Adultos Margarita Salas de Cabezón de la Sal, de nombre El Coloñu, ha solicitado al alcalde, Óscar López (PP) que pida «una explicación formal y por escrito» a la Dirección General de Centros Educativos acerca del retraso en las obras para adecuar su futura sede. En caso de no recibir «una respuesta oficial, tomaremos nuestras propias medidas», advierten. Y es que el retraso del proyecto para trasladar el centro educativo al edificio del antiguo centro de salud y la casa conocida como Doctor Arines es cuanto menos, difícil de explicar. Primero, porque se trata de una actuación de la que se empezó a hablar en 2019, es decir, hace cinco años. Y segundo porque el pasado 24 de enero, el consejero de Educación, Sergio Silva, visitó las malogradas instalaciones –llevan tiempo en desuso y hay grietas, humedades y multitud de desperfectos– y anunció que las obras de reforma comenzarían en época estival. Pero ni en verano ni en otoño. Los dos inmuebles comunicados entre sí son carne de cañón para los jóvenes, que emplean los edificios vacíos para hacer botellón, sin tener en cuenta el peligro que corren ante el riesgo de derrumbe.
Mientras, la escuela de adultos de Cabezón de la Sal, con sede en la conocida como Escuela Taller, no deja de crecer, tanto como aumentan sus necesidades. Ante la falta de recursos y espacios, a la comunidad educativa no le queda más remedio que adaptarse. De momento, porque a partir de ahora han anunciado que se movilizará si no hay respuesta. Y tendrá que ser una respuesta oficial y que convenza no solo a los usuarios, también al alcalde, que ya ha enviado el correspondiente escrito tras haber recibido explicaciones «de palabra». Desde la Dirección General de Centros Educativos e Infraestructuras del Gobierno de Cantabria «me han comunicado que ya se han adjudicado las obras y que los trabajos empezarán próximamente», aseguró ayer el regidor.
Desde la junta directiva de la asociación «le hemos pedido al alcalde que haga una pregunta formal para que haya una respuesta oficial, porque necesitamos información acerca de un proyecto que compromete la viabilidad de la formación de personas adultas en la comarca», recuerda la directora de la asociación de alumnos, Montserrat Aguirre. El centro educativo «sobrevivirá sea cual sea el edificio en el que se desarrolle la actividad, pero hablamos de la pérdida de oportunidades, como la posibilidad de ofrecer Formación Profesional o cursos de la Escuela de Idiomas». Dos iniciativas «con las que dar respuesta a la demanda de la población» que se implementarían en caso de contar con una sede adecuada.
Si nos atenemos a los plazos que se dieron en un principio, cuando se empezó a plantear este proyecto, a día de hoy la escuela de adultos ya ocuparía los dos inmuebles previstos, pero el plan ha ido encadenando un retraso tras otro. El consejero de Educación atribuyó el último a «problemas en el proceso de adjudicación», lo que no explica –y tampoco es solo su responsabilidad– que los trámites se hayan alargado cinco años. La cuestión ha pasado a su vez por varios plenos municipales. El Ayuntamiento puso el edificio a disposición de la Consejería en la anterior legislatura para redactar los pliegos y licitar la obra, valorada en 2,1 millones de euros. Una cifra que «puede haber cambiado», opina Aguirre, «ya que desde que se fraguó el proyecto hasta ahora se ha encarecido el precio de los materiales», recuerda. La intervención contempla una reforma integral de los dos edificios, con aulas para el claustro y para la actividad docente, además de la reserva de un espacio para la realización de talleres de empleo o actividades similares.
El estado actual de los dos inmuebles nada tiene que ver con el que presentaban hace un lustro. El antiguo edificio del centro de salud lleva años en desuso y la casa Doctor Arines era empleada, entre otras cosas, para la realización de cursos de verano gracias a la firma de un convenio con la Universidad de Cantabria. A la espera de que se les otorgue un nuevo uso, los inmuebles sufren las consecuencias del abandono. Los alumnos lo tienen claro: «si no recibimos una respuesta, tomaremos nuestras propias medidas, sin descartar ninguna».
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