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Los alcaldes de la comarca del Saja no dan por perdido el verano de cara a la hostelería. Tampoco todo lo contrario. Prefieren mostrarse cautos y esperar. Esperar a ver cómo se desarrollan las fases de la desescalada tras el confinamiento al que ha ... obligado la pandemia mundial del Covid-19. «No veo nada clara la situación, estamos a cerca del verano y la hostelería desgraciadamente será lo último que retomará la actividad», explica el alcalde de Cabezón de la Sal, Víctor Manuel Reinoso, que aún se encuentra en la cresta de la ola que le ha tocado 'torear' en su municipio. Cabezón es el tercer municipio de Cantabria más afectado por el coronavirus (ayer por la tarde se registraban 147 casos en la localidad), cifra que Reinoso atribuye a la cantidad de contagiados que ha habido en la residencia de ancianos Sagrada Familia de Carrejo. El boletín del Instituto Cántabro de Servicios Sociales (Icass) del pasado 23 de abril informaba de 54 casos positivos de coronavirus en el centro asistencial de Carrejo (un 45,38% de los residentes). «Me preocupa, claro, pero también hay muchos que se han recuperado», decía este sábado el alcalde.
Para tratar de aliviar esta dramática realidad, el regidor prefiere poner el foco en el restablecimiento de cierta actividad que se ha venido dando en las últimas semanas «En la página web del Ayuntamiento hay un listado de los establecimientos comerciales del municipio que realizan servicio a domicilio». «Se trata de dar una salida a la gente que tiene un negocio pero que todavía no puede abrir al público», explica el alcalde, consciente de que esta hibernación social «va a suponer un golpe importante para la actividad económica del municipio». También empieza a haber máquinas trabajando. La Confederación Hidrográfica del Cantábrico ha limpiado el aliviadero de Santibáñez y la Consejería de Obras Públicas está reponiendo el muro de mampostería que el río se llevó por delante en Carrejo. Y es que la furia del Saja cuando llueve no entiende de cuarentenas. Reinoso espera también retomar la obra de Santiago Galas y de los parques infantiles en los próximos días.
Donde no se van a ver muchas máquinas, al menos no las esperadas, es en Cabuérniga. El alcalde, Nicolás Toral, adelantó el sábado que «de momento vamos a suspender las obras para cubrir la pista del colegio de Terán y para construir una depuradora en Sopeña». Sí se han realizado los trabajos para instalar banda ancha en todos los pueblos. El virus rompió el sereno discurrir del pueblo cabuérnigo hace tres semanas, cuando se empezaron a detectar casos positivos entre los residentes y las trabajadoras de la residencia de ancianos Santa Ana, en Terán. Toral manifestó entonces la falta de transparencia en la institución y su preocupación ante lo que podía suponer para la población en general, donde la tasa de envejecimiento es alta, «pero de momento no hay ningún caso entre los vecinos», confirmó ayer. El Ayuntamiento ha destinado dos partidas de material sanitario para combatir la pandemia en el centro. ¿Y el impacto en la economía? «El Estado y el Gobierno de Cantabria tienen que dar ayudas a los afectados por el cierre de la hostelería», dijo el regidor, quien también se mostró prudente a la hora de opinar sobre el futuro de este sector. «Es pronto para afirmar que se ha perdido el verano y habrá que buscar fórmulas para que los establecimientos que viven del turismo puedan sobrevivir».
Será complicado, «porque la pérdida ha sido horrorosa», dijo ayer la alcaldesa de Los Tojos, Belén Ceballos. El pueblo de Bárcena Mayor sin visitantes durante la Semana Santa será una de las imágenes insólitas que deja el coronavirus. «Aquí a la gente que vive del turismo le está afectando mucho. Es tremendo», repetía la alcaldesa. Ella sin embargo prefiere ser optimista. «Vamos a ver cómo se puede volver a la normalidad, pero yo todavía no doy por perdido el verano». Sabe que habrá que «tomar medidas, como colocar menos mesas en los restaurantes y establecer distancias para que nadie corra peligro». También alude a la ayuda de arriba, «la de los respectivos gobiernos», dice, mientras no deja de repetir que lo que ha pasado «es muy grave». En la zona del Saja, los ganaderos continúan su trabajo diario, ajenos a la paralización que experimenta el mundo.
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