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La Feria de la Leche de Ruiloba, que se celebró en el barrio de Trasierra por décimo sexto año consecutivo, gusta mucho. Por el olor del puesto de las rosquillas de anís; por el tamaño de los panes; por la gente que abarrota la terraza ... del único bar abierto; por las vacas que comen ajenas al gentío que las fotografía y sobre todo, por los quesos. Y el sol, que hoy estuvo muy presente y eso siempre alegra. Es la primera feria del año, donde los de Cudaña explican el proceso de elaboración del queso fresco in situ y donde los productores ponen los quesos que hacen con sus propios animales a la venta. Completan la oferta embutidos, dulces, conservas típicas de Cantabria, panes y algún que otro puesto con artesanía y abalorios. Todo sucede en una esquina del pueblo, alrededor de una carpa blanca donde algunos ganaderos ordeñan sus vacas para dar a conocer el trabajo que realizan cada día. «Para que los niños sepan que la leche no sale del supermercado», explica Paula Verjes, de Cartes, que acude con su familia y cuyo hijo, Javier, se lo ha pasado de miedo haciendo una quesada. Y eso que todavía no ha llegado a la zona de la feria donde podrá darle el biberón a los becerros u ordeñar una vaca.
También estaba María Ángeles Ruiz preparando el queso fresco con leche de Cudaña, igual que el año pasado y el anterior. El ritual no ha cambiado: «primero se calienta la leche a 26 grados, luego se le añade sal y calcio y se espera una hora para que cuaje, al molde y a comer».
No podía faltar en la feria de la leche el queso de Tresviso. Lo vendía César Campo, un joven productor. Un queso fuerte el de Tresviso. «Yo no diría eso, más bien lo definiría como equilibrado», corrige César. «Tiene sabor e invita a seguir comiendo». Es la verdad. Uno no sabe cuándo acabar. ¿Cuál es el truco? «un buen trabajo, con una buena ganadería propia, buenos pastos, buena quesería y buena cueva». El queso está tres meses madurando antes de sacarle a la venta. El precio, 22 euros el kilo y la gente sobre todo lo probaba, aunque también compraba. Eso sí, no parecía haber tanta afluencia como otros años. Se podía andar sin dificultad. «Yo diría que hay algo menos», reconocía Andrés Ángel Pérez, de la granja quesería El Pendo. Andrés tenía dos tipos de queso: semicurado, de oveja con leche de su rebaño, y ahumado de vaca. «La gente valora nuestro trabajo, pero le cuesta sacar el dinero». Al lado de los del Pendo, un puesto con quesos en forma de corazón. Y en un espacio aparte, los animales se llevaban todo el protagonismo. Los niños como locos de contentos tocando los becerros.
Entre las vacas estaba Linde Ariel Jordan, campeona de Europa. Y otro campeón, pero esta vez de ordeño, José María Serna, actual récord Guinnes, volvió a batirse con la máquina de ordeño y ganó. La hazaña fue seguida por numeroso público que se fue a casa con un buen sabor de boca.
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