![La Fuentona de Ruente](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/06/24/fuentona-ruente-k3MB-U200629361442WPD-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Ruente es uno de esos lugares en los que parece haberse detenido el tiempo. Quizá porque está repleto de anjanas, o al revés, porque sean ellas quienes hayan parado el reloj. En pleno interior de Cantabria, el municipio completo ronda los mil habitantes y solo ... le separan 52 kilómetros de Santander, pero hasta la construcción de la autovía llegar era una pequeña aventura, como lo es escrutar su gran secreto. Estrictamente, el pueblo en sí ni siquiera alcanza ese millar de habitantes, porque el municipio lo integran otros núcleos como Ucieda, el mayor de la zona, por encima del pueblo que da nombre al Ayuntamiento, y quizá por eso conserva su carácter.
Allí lucen orgullosos el Palacio de Mier, la iglesia de Santa María Magdalena, la Casa de la Nogalera y el puente medieval, pero si algo llama la atención en Ruente es su fuentona, probablemente la que dio origen al asentamiento.
La Fuentona de Ruente es, sobre todo, caprichosa. Por una parte, porque no es estrictamente una fuente, sino que las aguas subterráneas salen allí a la superficie si lo tienen a bien, de modo que estrictamente es un manantial. Y, sobre todo, porque tan pronto mana caudalosa, más de lo que se podría imaginar, como deja de hacerlo. Ya en el siglo XIX lo decía el 'Diccionario geográfico-estadístico-histórico de España y sus posesiones de Ultramar', de Pascual Madoz: «Una fuente que nace en la población con tal abundancia que sin dificultad supera a las que dan origen al caudaloso Ebro; esa fuente tiene la particularidad de secarse por periodos de media, una o dos horas, volviendo luego a brotar con la misma fuerza de ordinario».
Así, más allá del mito y de la leyenda urbana, que el manantial de Ruente se queda periódicamente yermo de cauce es un hecho constatado durante siglos que se puede comprobar incluso a día de hoy.
Lo que no aclaraba el bueno de Pascual, que por cierto, y más allá de las observaciones en las que se pudiera basar, recogía la tradición oral, es por qué el agua brotaba o no de una forma tan aleatoria. Tampoco hacía falta. Lo sabía todo el pueblo.
Más caprichosas que la fuente son aún las anjanas que habitan en sus entrañas; bajo el suelo. Ellas son las responsables desde hace siglos de que de la fuentona se seque a su antojo. Eso lo sabe todo el mundo, aunque fue Manuel Llano en sus 'Mitos y leyendas de Cantabria' el que al fin puso la historia en negro sobre blanco. Así lo contaba el de Sopeña: «En Ruente había unas anjanas que eran muy chicas y dormían las noches de primavera y verano debajo de los helechos. Por el invierno se guarecían en los árboles que estaban huecos, aunque dicen que tenían palacios debajo de los montes, pero no querían vivir en ellos por hacer penitencia (...). Las anjanas tenían tesoros escondidos para dárselos a las familias buenas que tuvieran reveses y desgracias. Se vestían con una capa negra de terciopelo y gastaban unas sandalias que les hacían los anjanos de piel de las comadrejas que aquí las llamaban bonucas. Los anjanos usaban unos vestidos de piel de oso y andaban descalzos. Dicen que robaban el dinero a los ricos egoístas que no daban limosna y a los que tenían mucha avaricia. Lo que robaban se lo metían en las alforjas a los pobres de los caminos, mientras que dormían la siesta en las cunetas, debajo de los árboles».
«Cuando se casaba una anjana, bajaba a los palacios de los sus padres y se quedaba en ellos el matrimonio hasta que pasaba el verano. Los casamientos se hacían al empezar la primavera. Había otras anjanas que no se casaban nunca y vivían en unos palacios debajo de los remansos de los ríos… y aunque entraban en los ríos, no se mojaban nunca».
Dicho en otras palabras, que la explicación a lo huidizo del manantial está muy clara: la fuentona de Ruente tiene o no agua a la voluntad de las hadas que moran bajo ella. Quien por allí pase y compruebe seca la fuente que no es fuente, que no dude ni un instante y revise bien la cartera, porque le puede tener reservada una sorpresa: una anjana está camino de casa y no quiere mojarse los cabellos o llegar empapada a su morada subterránea.
Existen otras teorías mucho más prosaicas, aunque científicamente bastante más fiables, como que unos sencillos vasos comunicantes expliquen el fenómeno o que haya bolsas de aire en el subsuelo que puedan interrumpir el flujo de agua a la superficie. Pero como ninguna se ha podido confirmar con absoluta certeza, el misterio de la Fuentona de Ruente conserva intacto todo ese romanticismo que la tenaz realidad se empeña en desmontar. A las anjanas se les encrespa el pelo solo de pensarlo.
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