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«Las aves se han ido», anunciaba satisfecho un hostelero de Santillana de Mar afectado por «el ruido» que irrumpía en su negocio y «molestaba a los clientes» el millar de garcillas bueyeras que habían colonizado la turística villa este verano.
La peculiaridad de ... esta especie migratoria que proviene de África es que cría en comunidad, por lo que un mismo árbol ocultaba en sus ramas 500 parejas anidadas. Si encima sus heces son «altamente corrosivas, incluso con el metal», el problema está servido. Más si afectaba, como era el caso, a un jardín botánico con especies protegidas que pertenece al Palacio Barreda Peredo, propiedad de la Obra Social de Caja Cantabria.
Las garcillas colonizaron dos puntos muy turísticos este verano: primero, el Parque Zoológico de Santillana, que logró espantarlas a base del ruido de los petardos que lanzaban cada tarde, como una rutina más del quehacer del zoo. Después, las aves 'hicieron las maletas' y se instalaron en el jardín del palacio, un entorno natural planeado en el siglo XIX, que contiene árboles singulares catalogados e inventariados por el Gobierno. Se trata de un lugar bucólico que puede visitarse y que a veces tiene exposiciones de esculturas en el recorrido.
El director del zoo, José Ignacio Pardo de Santayana, explicó que la garcilla bueyera no es la primera vez que les visita. «Ya estuvo el verano pasado y probablemente la veremos el que viene». No obstante, aseguró que «es un ave inofensiva, pero capaz de dañar con sus heces y ensucia mucho el entorno con sus plumas, debido a la alta concentración en el momento de crianza».
La corrosividad de sus excrementos dio lugar a que, como medida preventiva, el zoológico acordonara la zona de aparcamiento donde las heces de estos pájaros podía caer, «ya que son altamente corrosivas y podía dañar la pintura de los vehículos de los visitantes», explicaron.
No sólo ha tenido presencia en la zona occidental de Cantabria, la garcilla bueyera también ha anidado en las Marismas de Santoña y Castro Urdiales. «En general está por todo Cantabria ya que ha colonizado media Europa y también ha cruzado el Atlántico, llegando hasta la Patagonia, en los últimos 60 años», informó Pardo de Santayana.
Este ave viene de África, donde acompaña a los animales, en especial a rinocerontes, sobre los que se coloca, alimentándose de pequeños insectos. Por eso, aquí en Cantabria es fácil encontrarla donde hay vacas y ganado, repitiendo este modelo. Aunque es más típico de zonas rurales que periurbanas, los cambios del ecosistema han propiciado que varíe su comportamiento.
El Ayuntamiento de Santillana del Mar conoce el tema porque «vecinos y hosteleros se han quejado del ruido» que hacían las aves, que sobre todo molestaba al turismo. Pero, aparte de eso «no hemos registrado ninguna denuncia formal por este asunto», aseguró el concejal de Medio Ambiente, Miguel Ángel Viaña.
Si bien, ante las quejas vecinales, «hemos seguido el tema con vigilancia en el zoo y en el palacio, pero no hemos encontrado grandes colonias de aves, sólo algunas garzas dispersas que acuden a comer cuando se abona el campo», aseguró el concejal.
Además, «el otro día un vecino nos dijo que ya se han ido, es decir, que tal problema ya no existe». Afortunadamente lo peor ya ha pasado y la garcilla bueyera que anidaba en este jardín, joya natural que custodia una flora singular de Cantabria y otras más lejanas, como China o Japón, además de un impresionante ejemplar de eucalipto de 35 metros de alto, finalmente se ha marchado, ya que le gustan otros puntos para anidar en los meses de invierno y no lo hace en grandes colonias. Por eso, el problema parece resuelto, o más bien, pospuesto a 2018.
A partir de ahora será más frecuente ver a esta garcilla en los alrededores del aeropuerto de Parayas a la hora del atardecer y también en las Marismas Blancas de El Astillero, sitios a los que acude como dormideros.
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