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El descarrilamiento de un tren de mercancías este pasado lunes en el municipio de Val de San Vicente, justo en el límite entre las localidades de Muñorrodero y Pesués, evidencia la existencia de un punto negro en la red ferroviaria cántabra de ancho métrico – ... la antigua línea de FEVE–. Con este último siniestro, ya son tres los contabilizados en dieciocho años. Los tres en el mismo punto, los tres en la misma curva y los tres con convoyes de mercancías implicados que acabaron volcando. Por fortuna, todos sin víctimas mortales. El primero se registró en 2007, el segundo en 2013, y en ambos el resultado final de la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios, ahora dependiente del Ministerio de Transportes y Movilidad Sostenible, atribuyó la culpa a «un error humano» provocado por «un exceso de velocidad». El citado organismo comenzó ayer las indagaciones para dirimir qué pudo suceder el lunes para que el convoy de la compañía Continental que transportaba 559 toneladas de bobinas metálicas se saliese de la vía. En el suceso, su maquinista, el único ocupante del tren, un hombre de 40 años, resultó herido. Aunque en un primer momento fue trasladado al Hospital Sierrallana de Torrelavega, posteriormente fue conducido al de Valdecilla, donde se recupera de varios traumatismos.
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La concatenación de accidentes repetidos y prácticamente iguales recupera el debate que hay en el sector de que existe «un problema serio» en ese punto de la red. Se trata de una curva cerrada, con una radio de unos 110 metros, que además, para evitar más incidentes está limitada a 40 kilómetros por hora.
El 11 de julio de 2007 tuvo lugar el primer siniestro. Un convoy compuesto por dos locomotoras y dieciocho vagones cargados con bobinas metálicas, además de dos depósitos de gasóleo, se salieron de la vía y acabaron volcando. Como consecuencia, el maquinista y un agente del tren resultaron heridos leves.
Casi seis años más tarde, el 31 de enero de 2013, otro mercancías, en este caso compuesto por dos locomotoras y catorce vagones, descarriló al salirse de la vía desde el primero hasta el undécimo vagón. Quedaron en los raíles las dos locomotoras de cabeza y los tres vagones de cola. No se registraron víctimas mortales ni heridos, pero sí daños en las infraestructuras, la carga y el material rodante. El informe final de la Comisión de Investigación de Accidentes Ferroviarios, al que ha tenido acceso este periódico, especificó que «el descarrilamiento se produjo por un fallo humano del maquinista al circular con exceso de velocidad, yendo a 61 km/h cuando no debía exceder la velocidad máxima permitida de 40 km/h». Y también desglosó los daños materiales: 432.228 euros del material rodante (los once vagones descarrilados y la carga transportada), 168.705 euros de los daños en la vía (traviesas, carriles, manguera de comunicaciones, etc.) y otros 29.831 euros de los daños provocados en la carretera que discurre por debajo de la vía y que conecta Pesués con el valle del Nansa. En total, 630.764 euros.
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En el mismo documento se subraya que, el primer siniestro, el de 2007, fue debido también «a un exceso de velocidad».
Ante esta situación, la de concatenación de descarrilamientos muy similares, por no decir iguales, tanto desde el comité de empresa de Renfe como desde el sindicato de maquinistas Semaf –consultados por El Diario Montañés– afirman que el de Muñorrodero «es un punto crítico» en el que consideran que Adif, la gestora de las infraestructuras ferroviarias, «debe actuar» para acabar con los posibles fallos humanos.Y citan como medida de seguridad la instalación de balizas que frenen a los trenes si llegados a ese punto superan los 40 kilómetros por hora.
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Mientras la investigación continúa, los trabajos en la zona se centran ahora en despejar la infraestructura donde se produjo el accidente. Un tren venido de Asturias remolcó los vagones que no descarrilaron y una grúa de gran tonelaje viajó desde la misma comunidad para hacer lo propio con los que había desperdigados puente abajo. Una vez retirados, Adif analizará todas las instalaciones antes de dar el visto bueno para recuperar la circulación, que cree que «llevará un tiempo». Además, se trabaja contra reloj para reabrir cuanto antes la carretera autonómica CA-181. Se esperaba hacerlo a lo largo del día de ayer, pero este martes por la noche continuaba cortada.
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