Roba los ahorros, la pensión y hasta el testamento al anciano al que cuidaba en Cabezón

Lo que sí se sabe es que la Guardia Civil detuvo a una mujer de 50 años vecina del municipio tras apropiarse de alrededor de 40.000 euros del hombre al que cuidaba. Según la versión oficial, la susodicha «se aprovechó de la situación de vulnerabilidad de la víctima para extraer los ahorros de su cuenta bancaria, cambiar la domiciliación de la pensión, robar unos ocho mil euros en efectivo de su domicilio y convencer al anciano para cambiar el testamento en su favor».

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Según las fuentes consultadas, la presunta estafadora llevaba dos meses encargándose de cuidar al hombre, al que conocía desde hacía tiempo. Aunque en un principio acordaron que la cuidadora obtendría una contraprestación económica, finalmente, según los datos facilitados por las fuerzas de seguridad, «la mujer pudo haber convencido al anciano para gestionar sus ahorros, de manera que ella cobrase de su mano mayor cuando fuera preciso». Con este fin, abrieron una cuenta bancaria a nombre de los dos, pero el dinero solo fue a parar a un bolsillo. El de ella. La mujer pasó los ahorros del anciano a esta cuenta en común y cambió la domiciliación de la pensión del hombre que estaba a su cargo. La supuesta estafadora llegó a gastarse 32.000 euros en compras a través de Internet y mediante la extracción de efectivo en cajeros automáticos, dejando la cuenta común temblando. No fue suficiente. También cogió otros ocho mil euros en efectivo de la vivienda.

Mientras, el vecino de Cabezón seguía confiando en ella, ajeno seguramente al empleo ilícito de su patrimonio económico. Tanto, que llegó a modificar el testamento en favor de la mujer. Según la investigación iniciada, «ella a cambio se habría comprometido a atenderle». El colmo de esta historia la convierte en el argumento redondo para una película de serie B: «se está investigando al compañero sentimental de la detenida, de 63 años de edad y vecino de Santander, por colaborar con ella para cometer los delitos de estafa y hurto».

Con los hechos encima de la mesa, la estafa de la mujer es la comidilla del pueblo y la cosa no tiene pinta de agotarse rápido. Tanto la cuidadora como la víctima son dos personas conocidas en el municipio. Quizá por eso él se ha negado a colaborar con los medios. Prefiere que no se haga oficial lo que ya sabe todo el mundo y que cada uno relata a su manera. «El pobre, le dio la tarjeta del banco, la contraseña y todo», aseguraba una conocida del anciano. «A mí me da pena de ella», comentaba otra chica joven que ha tratado alguna vez con la detenida. «La mujer, al parecer, no lo ha tenido fácil en la vida», decían. Los vecinos continuarán juzgando la situación estos días –cada uno a su manera–. De forma oficial, lo hará un juez.