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«Esto es muy duro, la decisión es muy dura y lamentaríamos mucho que pasaran uno, dos o cinco años y tuviéramos que decir 'vaya tarde que hicimos aquel día'». La familia Sañudo claudicó este lunes con estas palabras de Pedro, el padre, tras ... tres horas de conversaciones sobre la idoneidad o no de oponerse de nuevo al derribo del puente sobre las vías del tren en Serdio.
Si bien hasta esa misma mañana contaban con bajar los brazos ante la muerte anunciada de la vieja estructura que Adif había intentado derribar sin éxito en varias ocasiones, la conversación con sus abogados particulares volvió a encender los ánimos. Éstos les instaron a exigir que la obra prometida por el Gobierno regional para sustituir el viejo puente dentro de un año debía agilizarse por una vía de emergencia, algo que hasta ahora se les había negado alegando que no es posible.
Los trabajos de demolición estaban previstos y anunciados para las siete de la tarde y los responsables de Adif llegaron al lugar dos horas antes para dialogar con los vecinos sobre la situación.
Mientras, tres patrullas de la Guardia Civil controlaban la zona. Uno de los agentes se dirigió a los afectados para preguntar si tenían pensado oponerse y les expuso que de ser así, la empresa subcontratada recogería su maquinaria, a fin de evitar males mayores. «Haremos lo que nos aconsejen los abogados», respondieron los vecinos, dubitativos. Al rato, estos se unieron a la charla, y más tarde, el alcalde de Val de San Vicente, Roberto Escobedo, y el presidente de la Junta Vecinal de Serdio, Jesús González. También estuvo presente el concejal del grupo popular Vicente Sánchez.
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A partir de aquí, la conversación se demoró dos horas más. La incertidumbre era máxima, pero esta vez no hubo ni una palabra más alta que otra. Si bien los operarios iban acercando las palas poco a poco al puente con la intención de estar prevenidos si se aceptaba el derribo, todo parecía indicar que se tendrían que dar la vuelta. El grupo se disolvió y cada parte se puso a deliberar por su lado, con pocos metros de separación: los vecinos y sus abogados, los responsables de Adif, el alcalde y el presidente de la junta vecinal y el concejal popular. Al rato, todos se volvieron a unir y en pocos minutos, Pedro Sañudo (padre), junto al puente, expresaba en voz alta, y visiblemente emocionado, la decisión de aceptar el derribo. Eran las ocho y media. De esta forma, quisieron cumplir con lo acordado con el Gobierno regional y agradecer el gesto de haber instalado la pasarela y mediar para que Adif pospusiera el derribo hasta que estuviera colocada. Pero también pidieron que «los plazos para la construcción del nuevo puente se agilicen tanto como sea posible», y seguirán trabajando con sus abogados para ello. Así, hoy mismo presentarán un escrito en el Ayuntamiento a tal fin.
A partir de ahora, los vecinos de los distintos pueblos de Val de San Vicente que utilizaban la vieja estructura para trasladarse en coche de un pueblo a otro tendrán que modificar su ruta y los ganaderos de los alrededores se verán obligados a dar un rodeo de varios kilómetros para acceder a las explotaciones. Si bien la Consejería cumplió con el compromiso de dotar a la pasarela peatonal de un suelo opaco para facilitar el paso de los animales, los ganaderos ven difícil que eso se vaya conseguir.
«Acostumbrarnos nos tendremos que acostumbrar; de esto no se muere nadie pero las cosas no son así;cuando te están diciendo que hay otras alternativas...», zanjaba Pedro (hijo), que prefirió ausentarse durante el derribo y se fue «a arreglar el ganado».
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