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Al grito de «fuera okupas de Carrejo» se concentraron este miércoles en torno a doscientas personas para protestar contra la familia que hace casi dos ... semanas okupó una vivienda situada en pleno centro de este pueblo de Cabezón de la Sal. La casa, de dos plantas y una cuadra, pertenece al menos a quince herederos, que de momento no han efectuado la correspondiente denuncia –aseguran estar realizando los trámites para interponer una demanda conjunta–. Sí ha denunciado sin embargo la propietaria de la vivienda colindante –que está siendo rehabilitada–, quien además asegura que la plaza y su entorno, donde está también el Museo de la Naturaleza, «es una zona protegida por su valor patrimonial».
El rechazo a la okupación se hizo este miércoles unánime en un acto al que acudieron representantes de la Coordinadora Meruelo sin Okupas y del sindicato Solidaridad. También quiso mostrar su apoyo a los vecinos el alcalde, Víctor Manuel Reinoso, y el presidente de la Junta Vecinal, Manuel González, entre otros políticos. «Es complicado y desgraciadamente, no podemos hacer nada, porque además hay menores», explicaba Reinoso. La familia está formada por cuatro adultos y dos niños, que han alterado la tranquilidad de esta pedanía. Los vecinos se quejan de que los okupas «merodean por las calles de noche y andan controlando las casas», explicaba este miércoles Marisol Gutiérrez. La situación «de inseguridad» que afirman estar viviendo les ha llevado a «cerrar las puertas de las casas en un pueblo donde siempre han estado abiertas». «Con lo que cuesta tener una propiedad para que luego te la roben», decía una vecina de Cabezón. «Tenemos cierto miedo», admitía a su vez Eugenio Caso, otro joven de Carrejo.
Hubo gente que incluso se recorrió unos kilómetros en la tarde de este miércoles para apoyar a los afectados. «Venimos de Santillana del Mar, porque hoy sucede aquí pero mañana puede pasar allí», decía convencido Miguel Ángel Ruiz. El regidor insistió en que el caso ya está en manos de la justicia, «además de que ya han sido avisadas las fuerzas de seguridad». Tres agentes de la Guardia Civil custodiaban la plaza. «La okupación crea inseguridad ciudadana», comentaba un hombre. «A mí me parece que todas las personas pagamos nuestros impuestos y es un desaire para los trabajadores de este país que okupen tu casa», opinaba Nacho Monroy, del sindicato Solidaridad.
«Hay gente vulnerable a la que debemos ayudar, pero normalmente estas personas siguen la vía oficial, no entran a una vivienda ajena», expresaba a su vez Noemí Muñoz, de Meruelo sin Okupas. No cuestionan que «todo el mundo tiene derecho a una vivienda digna», sino la «forma de hacerse con ella, mediante la intimidación». De hecho, señalaba María Angelines García Rubín de Celis, «en Cabezón somos muy solidarios y si fueran personas honradas las apoyaríamos, pero esta gente solo da problemas y altera la vida de los vecinos». La familia no parecía estar en la casa mientras se producía la sonora manifestación –llevaron incluso campanos– en medio de la plaza, frente a la vivienda en cuestión. «No vamos a parar hasta que se marchen, porque Carrejo siempre ha sido un pueblo muy tranquilo».
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Ana del Castillo
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