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Laureano buscaba este jueves a una de sus yeguas en un monte de Los Tojos cuando escuchó un ruido «extraño». Eran casi las nueve y todavía era de día en el momento en el que se percató de que el sonido provenía de un riachuelo ... cercano. Y allí encontró la imagen que le dejó perplejo. Pensaba que era un oso, pero al ver la reacción del animal supo que no se trataba de un macho. El plantígrado empezó a comportarse de «manera agresiva» y en un abrir y cerrar de ojos se puso sobre sus dos patas traseras y, erguido, intentó «abalanzarse» sobre Laureano. Fue en ese instante en el que este ganadero de 39 años entendió lo que pasaba. Y es que detrás de la osa yacía una pequeña cría «del tamaño de un balón de fútbol», justo al lado de la orilla del río.
No hubo tiempo para contemplaciones. Laureano miró a su alrededor y decidió subirse a un espino para ponerse a salvo: «Iba a por mí, fue a cogerme con las patas, pero yo ya estaba muy arriba. Fue el instinto, me salvé por subirme, pensé que me mataba», explica a este periódico Laureano, al que no llegó a alcanzar la osa y salió ileso del «susto de muerte».
Este vecino de El Tojo explica todavía conmocionado que permaneció alrededor de media hora subido al árbol y sin cobertura hasta que perdió de vista a los animales. «Solo pienso en que mi hijo de 8 años, que siempre me acompaña, se quedó en casa por casualidades de la vida, si no nos mata fijo».
Laureano explica sorprendido que no tenía constancia de que allí hubiera una «osa parida», a pesar de que pasa por ese entorno casi a diario. De hecho, se muestra preocupado porque aunque el lugar dónde encontró a los animales es una zona «de muy difícil acceso», hay un sendero a 150 metros por el que pasan «excursiones con niños casi a diario» en una ruta que comienza en el Centro de Interpretación del Parque Natural Saja Besaya.
La alcaldesa de Los Tojos, Belén Ceballos, ha escrito una publicación en su cuenta de Facebook en la que explica que se le han puesto «los pelos de punta» al conocer la noticia. En el escrito ha aprovechado para denunciar que el «mundo rural está abandonado» y que se debe proteger con «políticas responsables». «Por dios! Va a terminar ocurriendo alguna desgracia!», zanja en la red social.
El presidente de la Fundación Oso Pardo, Guillermo Palomero, explica que el comportamiento de la osa responde a una actitud de defensa para proteger a su cría. «Primero se puso de pie para controlar la situación y de inmediato vio el peligro y realizó lo que llamamos una carga defensiva para que Laureano captase que no quería que estuviera allí. Podría haberle mordido o atacado, pero no lo hizo. Eso explica que era una señal de aviso», puntualiza. De hecho, Palomero admite que todos los años se registra alguna actitud similar en hembras en la Coordillera Cantábrica.
El encuentro fue muy próximo, a unos cinco metros, según explica Laureano. Algo que sorprende a la Fundación Oso Pardo, quien admite que es muy difícil que se dé una distancia tan corta porque los osos tienen un oído y olfato «tremendo» y se apartan. Pero a veces ocurre, y en este caso, según explica Palomero, parece que la osa estaba «entretenida» moviendo piedras para buscar insectos y larvas.
En cuanto a la localización de los animales, Palomero admite que se trata de una zona alejada de los lugares de reproducción clásica y que, por el tamaño de la cría, el parto se produjo «relativamente cerca». Explica que en los úlitmos años, los osos ya se mueven en las zonas medias boscosas entre las cuencas del Besaya y el Nansa, pero que lo realmente llamativo es que se produzca un «encuentro tan próximo entre humanos y osos».
Desde la Fundación lanzan un mensaje de tranquilidad y aseguran que los ganaderos deben continuar con sus labores con total normalidad. Además, piden a la población que no se acerque hasta la zona porque esto puede suponer un problema. De hecho, desde la Fundación se va a solicitar a la Administración que realice un seguimiento de este grupo familiar «para evitar que los curiosos se acerquen».
En junio de 2015 Eduardo Velarde se llevó un susto parecido al sufrir el ataque de un oso cuando estaba en el bosque de El Bardal, a escasos dos kilómetros de Villaescusa (Campoo de Enmedio).
«Iba sacando fotos. Oí un gruñido y me encontré a un oso a mi izquierda, a cuatro metros. Se me echó encima, me mordió un brazo y me lanzó un zarpazo que apenas me rozó. A continuación salió huyendo». Así resumía lo ocurrido este reinosano desde la cama del hospital Valdecilla, donde fue operado de una fractura en su brazo derecho.
En los últimos 30 años solo se han registrado ocho ataques en la Cordillera Cantábrica y en ninguno de ellos hubo ensañamiento del oso.
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