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Angelita, la vaca, ya está en casa. El animal, que fue rescatado por dos ganaderos tras sufrir una caída ascendiendo el puerto de Sejos y quedar malherido, come, bebe y descansa en la cuadra de Jesús Rebanal, su propietario, en Valle de Cabuérniga. «Ahí ... está», dice Jesús, todavía desmoralizado, «porque no es tan fácil que se recupere». La vaca sufrió una lesión en la paletilla «y estamos esperando a ver si le hacen efecto los medicamentos». Antibiótico y antiinflamatorio. Ayer la visitó el veterinario. «Dijo que tiene la mano rota, que la única solución que hay es esperar y ver si se recoloca sola», escribía el ganadero en un mensaje.
Angelita se cayó hace once días, a tres kilómetros de la zona alta del puerto, donde las reses son trasladadas para pasar el verano. Sucedió en el canal de Cureñas, un camino hostil, lleno de piedras, complicado de atajar. Jesús, el ganadero, llamó al 112 para que la rescataran con el helicóptero, pero no podía asumir la tasa impuesta por Interior -1.800 euros-, así que cogió el toro por los cuernos. En este caso la vaca.
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Acompañado por su amigo Pablo Linares, arrastraron a Angelita hasta la zona de pasto donde se encontraba el resto de las reses. Después esperaron a que se acercara al camino donde podían acceder en vehículo y la cargaron hasta casa. La proeza les llevó una semana. Durante ocho días, recorrieron los 50 kilómetros que separan Cabezón de la Sal -de donde partían- hasta el alto de Sejos. A veces una vez al día, a veces dos. Llegaban, le daban de comer y beber y la arrastraban cuesta arriba. A ratos con una cuerda, pero nada más. Cuatro manos y fuerza de voluntad. Y así hasta que alcanzaron las praderías donde estaban sus compañeras, las demás vacas de Jesús. Fueron jornadas de carretera y preocupación, «porque Angelita, mientras, estaba allí sola, herida y expuesta», hasta que alcanzaron la meta, que fue la mejor meta de su vida.
Así es como los dos hombres sacaron al animal y a partir de ahora, Angelita será la vaca que salvaron de la muerte en el alto de Sejos. Y Jesús, el ganadero, y su amigo, Pablo, los héroes. Así le han hecho sentir al propietario estos días: «Me han llamado varios amigos para decirme que hice bien en salvarla yo mismo». Y es que el relato ha dado de sí. «También algunos medios de comunicación», aunque esto es lo accesorio. Para el ganadero lo importante es que la vaca salga de esta. Que tanto esfuerzo haya merecido la pena.
«De momento está sola en la cuadra, para que permanezca lo más relajada y tranquila posible, y no se mueva mucho», explica. Jesús ya lo vio mal cuando se cayó. En el momento logró devolverla al camino, «porque se ve que estaba en caliente», pero enseguida se derrumbó. Por sí sola era imposible que siguiese. «¿Y qué iba a hacer? ¿Dejarla allí para que se muriera?», se pregunta. Hay personas con un sentido de la responsabilidad elevado. «En mi cabeza no entraba hacer otra cosa», insistía ayer por teléfono, cuando podía utilizarlo mientras conducía, su otro trabajo. «Porque yo, además de cuidar a los animales, tengo un trabajo», advierte.
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