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En ocasiones la vida es tragicomedia. Alrededor de doscientos vecinos se han manifestado este martes en el pueblo cabuérnigo de Valle para protestar por el cierre inminente de la sucursal bancaria de Liberbank-Unicaja con pancartas en las que se anunciaban mensajes tan ocurrentes como ... este: «Unicaja, como las pastillas de caldo, cuanto más nos cuecen, más se enriquecen. No al cierre».
El municipio se unía así al rechazo que ya expresaron los ciudadanos de Alfoz de Lloredo la semana pasada, cuando se concentraron para tratar de evitar el cierre de la oficina que Unicaja tiene en el pueblo de Novales. La clausura de estas dos sucursales forma parte del plan de ajuste que la entidad pretende poner en marcha y que conlleva la desaparición de una treintena de oficinas de Cantabria.
Los cabuérnigos tenían ganas de alzar la voz después de que los alfocenses 'inaugurasen' la movilización el pasado miércoles. La manifestación estaba programada para las doce y media de esta mañana frente a Liberbank, en el pueblo de Valle. Unos minutos antes ya empezaron con las bocinas y las proclamas. «¡No al cierre, no al cierre!», coreaban los habitantes de Cabuérniga, que se verían obligados a desplazarse a Cabezón de la Sal en caso de que desapareciese la única sucursal bancaria que queda en la localidad –hay un cajero del Banco Santander–. La medida también afectaría a los vecinos de Los Tojos. Y a los de Barcenillas y Lamiña (pueblos pertenecientes al Ayuntamiento de Ruente) que acuden a Valle a realizar sus gestiones. Lo dijo este martes la alcaldesa, Rosa Fernández (PP), que «Valle es como la capital»; el centro neurálgico donde se encuentra la farmacia, el consultorio médico y el banco, «que por cierto solo abre martes y jueves, porque los lunes, miércoles y viernes la trabajadora atiende la sucursal de Puentenansa». Una medida de cuando empezaron los recortes, no muy en consonancia con tratar de evitar la despoblación.
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«Si es que nos están echando», insistía la regidora. Los asistentes a las concentraciones que se están organizando en los pueblos de Cantabria comparten la sensación de abandono. «Yo vine a vivir a Valle desde Santander y siempre estoy presumiendo delante de mis amigas de lo bien que se está aquí, pero resulta que ahora nos quitan el banco y ¿qué será lo próximo? ¿la farmacia? Si se empieza a poner así la cosa tendré que volver a la ciudad», explicaba entre la multitud Ángela Prieto. Además, la gente mayor necesita atención personalizada. «Le gusta ir a la ventanilla y poner las cartillas al día y no se sabe manejar con la banca online», recordaba la alcaldesa. Muchos tampoco disponen de vehículo propio para trasladarse a otro municipio «y en Cabezón siempre hay mucha cola en el banco y las personas mayores no van a estar de pié esperando », recordaba Carolina Fernández, de Sopeña.
La alcaldesa explicó que el Ayuntamiento ha puesto «un despacho en el Consistorio a disposición de un agente financiero del Banco Santander para que asesore a los vecinos en sus gestiones bancarias». No es una solución definitiva, «más bien un parche», reconocía Fernández. Algo a lo que agarrarse mientras la vida de los pueblos se desmorona.
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