![El reparto de las más de 3.000 raciones de paella se iniciaba pasado el mediodía.](https://s2.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2023/09/08/virgen%20de%20valencia08096329-kJRE-U210112716717lhC-1200x840@Diario%20Montanes.jpeg)
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¡«Con sentida reverencia, imploro tu bendición. Virgen Santa de Valencia, mírame con compasión. Hoy tu pueblo te acompaña, con la ofrenda de tu amor. Un altar en la montaña y otro en el corazón». Así comienza el himno a la patrona de Piélagos que ... hoy volvió a dejarse sentir con gran devoción en el entorno del santuario de Vioño. Era el día grande y la expectación de los asistentes por disfrutar de la fiesta, a modo campestre, era tan palpable como la necesidad de encontrar un rincón de sombra. Pero el calor sofocante no impidió que el «¡Viva la Virgen de Valencia!» resonara con entusiasmo en una campa abarrotada.
El sonido de los petardos y el estallido de los dos cañones de confeti blanco y verde dieron el pistoletazo de salida a la celebración del gran día de Piélagos.
Antes, el mensaje del alcalde, Carlos Caramés, desde el balcón del edificio ubicado junto al santuario, había puesto en valor el papel de las mujeres «ejemplares», conocidas o anónimas, a las que significó efusivamente por tener un papel relevante para hacer de esta sociedad un mundo mejor. A su lado, estaban la presidenta del Gobierno de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, la primera mujer en ocupar este cargo, y la senadora Gema Díaz Villegas, también pionera en ostentar tal puesto. Natural de Piélagos y residente en el municipio, llegó a la política en 1983 para, doce años después, dar el salto al escaparate nacional. Ella fue la encargada de oficiar el pregón en el que destacaría a Piélagos como el mejor lugar para vivir, con esa identidad propia y dispar de sus doce pueblos, pero que hacen que el municipio «tenga un alma colectiva» y, además, «sea ese lugar en el conectar» a través del gran corredor que es el río Pas. Un discurso centrado en las bondades de un municipio que ya supera los 26.000 habitantes y que siguieron de cerca miembros de la Corporación y asistentes pese a que el calor sofocante, al filo ya del mediodía, obligaba a ponerse el sombrero, tirar de abanico o incluso paraguas. Casi cualquier cosa servía para tratar de combatir los rayos del sol.
A esa hora, las dos paellas gigantes apagaban sus brasas. Estaba todo preparado para el reparto de las 3.000 raciones, eje central de la jornada, y muchos ya guardaban fila, que acabaría dando la vuelta al recinto minutos después. 250 kilos de arroz, 120 kilos de mejillones, 150 de pollo, 40de almejas y 140 de rabas fueron necesarios para elaborar la gran comida popular. Eso y «mucho mimo y paciencia», según decía el cocinero, Mariano Salamanca, que llevaba desde las 3.45 horas allí. «Para preparar el caldo», confesaba.
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