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Culín a culín, Escalante se puso este sábado hasta arriba de sidra. La villa se entregó un año más –y ya van 22– a las bondades de este exquisito zumo de manzana fermentado capaz de atraer a miles de personas hasta la Plaza de España, ... centro de operaciones de esta popular y bulliciosa fiesta.
Todo empezó con el culín de honor a cargo de las autoridades regionales y locales, que dio rienda suelta al deseo de saciar la sed y refrescar la garganta de la multitud. La cola para comprar el vaso oficial de la feria, en apenas unos minutos, cogió forma. Su adquisición a un precio de seis euros –el cristal exhibe un grabado conmemorativo– dio vía libre para consumir toda la sidra que se quisiera en los diferentes lagares instalados. En esta edición se dieron cita 28 productores. «Como novedad, tenemos, por primera vez, sidreros de Navarra y también a la Asociación de Sidra Casera de Piloña, que no había asistido nunca, y que se suman a los lagares ya tradicionales de Asturias, País Vasco, León, Francia y, por supuesto, de Cantabria», explicó José Venancio Oceja, presidente de la Asociación Pomológica de Escalante, organizadora del evento.
Para los más pequeños –y también adultos– hubo un puesto de mosto en el que se picó y prensó las manzanas en directo. «El proceso completo es imposible hacerlo, pero mostramos estos dos pasos para que el público lo vea y se lo tome recién exprimido». De la tarea se encargaban unos hábiles pequeños que, jarra en mano, lo daban, seguidamente, a degustar. «Está riquísimo. Y más natural imposible», comentó María Rosa, que se acercó para que su nieta Martina lo probara. «Está muy bien porque han pensado en los niños». Justo al lado, varios jóvenes giraban el grifo de la fuente. «¡Que sí, hombre, que es sidra!», le decía uno de ellos al resto. Una vez seguros aprovecharon para llenar todos sus vasos.
Sin perder el ritmo, en los lagares se escanció una botella tras otra. «Calculo que hoy se consumirán unas 10.000», apuntaba José Venancio. Un ejército de 160 voluntarios se encargó de verter la sidra cumpliendo con el ritual de dejarla caer desde lo alto al vaso. «Algunos son miembros de la asociación, pero muchos son amigos nuestros que vienen solo este día a Escalante para ayudarnos. Sin ellos sería imposible», agradece el presidente.
A medida que avanzaba la mañana la plaza se desbordó de gente. Prácticamente imposible aparcar en el municipio. Y que saliera un día nublado contribuyó a la masiva afluencia de público. «La verdad que no sé a qué se debe tanto éxito. Desde el primer momento que se celebró el Día de la Sidra de Escalante tuvo una gran aceptación». El objetivo, dice Venancio, es realzar este producto natural e intentar que la gente plante manzanos. «Este año toda la sidra que hagamos en el lagar municipal va a ser autóctona, de manzanas que hemos plantado nosotros aquí».
La sidra local fue una de las que conquistó los cientos de paladares, que también saborearon un rico chorizo a la sidra recién hecho y unos bocadillos de anchoas, que causaron sensación. La fiesta se prolongó hasta al anochecer con sonidos de rock y jazz de fondo, ambientando las charlas y risas de las familias y grupos de amigos.
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