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Dentro de unos años, cuando los murguistas rebobinen en la memoria para contar cómo fueron los ensayos que precedieron al concurso del Carnaval de Santoña 2022 recordarán que fueron meses de incertidumbre, en los que pasaron más frío de lo habitual y que tuvieron que ... detener y retomar la preparación a merced de un caprichoso virus.
Se acordarán de que encajaban letras y música con la permanente incógnita de... 'y si al final el certamen se suspende por el covid'. Que cantaban en locales con las puertas abiertas para dejar pasar al aire e incluso, algunas semanas, lo hicieron a pie de calle. Que las mascarillas les exigían un doble esfuerzo para dejar salir su potente voz. Y que, cada vez que se detectaban contagios entre los integrantes, todo se paraba y gracias a los audios de móvil fue posible seguir preparando el repertorio, confinados en casa.
Confesaran que vivieron los días previos con la sensación de que «no llegaban» como deseaban a la actuación sobre las tablas. Y terminarán la historia diciendo que, aún con todos estos obstáculos, tiraron hacia adelante y, al final, «mereció la pena».
Esa es la sensación que ha acompañado a las ocho murgas que este fin de semana han regresado a los escenarios. Y que, al cerrarse el telón han pesando: «ya está, ya lo hemos echado y todo ha salido bien». En realidad, mucho más que bien.
Las agrupaciones han dado otra vuelta de tuerca al espectáculo, con disfraces salidos de un cajón en el que no se agotan las ideas, con puestas en escenas que hipnotizan la mirada y con estrofas que te montan en una montaña rusa de emociones. Del pellizco en el corazón de los pasodobles a la contagiosa risotada en los popurrís. Y es que los amantes de esta función saben que nunca está todo visto cuando se trata de Carnaval.
Que si lo digan al público de la segunda sesión de preliminares que fue testigo del parto de un bebé, que va a nacer en febrero. «Va a ser carnavalero». Los Galipoteros, la agrupación más longeva del concurso, se metieron en la piel de unas parturientas en plena dilatación en la sala del hospital. Representaron el papel simulando estar tumbadas y con las piernas abiertas, conectadas, por un lado, a un gotero relleno de 'J%B' y, por el otro, a una máquina que indicaba las pulsaciones y constantes de la instrumentos de la percusión. Todo muy cómico y realista a la vez.
A la espera de que llegara el momento de empujar, estas madres primerizas dieron un buen repaso a la consejera de Educación por sus «muchas faltas de respeto» con la villa. «El mejor puerto pesquero de Cantabria está en mi pueblo y tú, con tus dos ovarios, esa escuela de la Pesca te las llevas a Laredo, haciendo caso omiso a la reuniones, y del alcalde y de nuestra cofradía te has reído».
Se alegraron por los 4 millones de euros que dejó el Gordo, aunque no han conocido a ningún premiado. «En Santoña somos muy ratas, ninguno hemos comprado». Con unos dolores de parto que les «mataban» ironizaron con que la criatura podría haber nacido de «ocho a diez, que la luz es más barata».
Y salió, al fin, el pique con Laredo por incluir «con dos cojones «el Faro de Caballo en su video para Fitur, combinándolo con la moda de las tartas personalizadas. Y es que, afilaron el ingenio al cantar que van a regalar a la concejala de Turismo «una tarta que sea una picha, pero eso sí, con forma de faro».
Y del desternillante momento en el que asomó la cabeza del bebé pasaron a la seriedad para condenar que el Gobierno «no se implicó de verdad» en la búsqueda del pescador desparecido. «Tu pueblo no te olvida Fernando y no perdonará». Se despidieron dejando atrás nueve meses de embarazo, «nueve meses para nacer mi murga, que han valido la pena para volverte a ver en Carnaval».
El calor hizo 'hervir' la carpa a cuenta de unas fogosas marchosas. La agrupación femenina con más trayectoria en el certamen se convirtió durante 20 minutos en un fuego que nadie quiso apagar. Tenían licencia para expandir sus coplas en forma de llamas. Estas mujeres radiaron luz, dejando atrás «esos tiempos tan duros en lo que solo hubo desolación, con mi Santoña desangelada por todas partes».
En los pasodobles miraron cara a cara al «puto virus» para preguntarle «dónde está la vida que me has robado y la salud que me has quitado» y le reprocharon que por su culpa «faltan mis (murgas) infantiles». A Pedro Sánchez le describieron en sus letras como una «marioneta manipulada', que gobierna España «con una gente que no se siente nada española», para a renglón seguido, recriminarle «que sangre al pueblo con impuestos».
Aludieron con sorna a las mascarillas que no les «dejan disfrutar de la cara de un chico guapo» y echaron a la hoguera a Revilla por «ningunear a Santoña y arrastrarla por el suelo, dejándonos como putos perros sarnosos aquí en cerrados», en alusión al confinamiento.
Desde la distancia apoyaron a los afectados por el volcán de La Palma que criticaron siguen esperando las ayudas prometidas por Sánchez. Y antes de bajarse de las tablas, evocaron la figura de Pepe, «nuestro conserje de mi coso marinero. Todo bondad, amable y siempre corazón...». Que sin ser torero, «hizo la faena más grande abriendo la plaza para que la gente la disfrutará por dentro y por fuera, contando anécdotas a su manera». A él le dedicaron el aplauso más sincero. Y a ellas, se lo dedicó, a su vez, el público.
Los vigentes campeones del concurso salieron dispuestos a 'robar' otra vez el título con su original y creativa propuesta de ladrones del carnaval. Un tipo más que meditado para hilarlo fino con un repertorio, que repasó su laureada participación. Conquistaron las risas del personal con una murga llena de puntazos.
Abandonaron su guarida, en la que traman el «próximo plan», para asegurar que «no brilla un concurso cuando te canta un adulto y el infantil se queda fuera. Eso le duele en el alma, al que siente como suya la cantera». Y, enumeraron todas las murgas de niños en las que ellos dieron sus primeros pasos y se formaron para poder ser los actuales Artistas.
En los estribillo tiraron de sorna para hablar de los 'robos' de canciones entre agrupaciones y en un cuplé se coló el «lío» que se ha montado en Eurovisión con el 'ma, ma, ma, ma, ma' de Rigoberta que, se burlaron, diciendo que «parece que ha compuesto esa canción Fernando Palacio'
Al ritmo de la conocida melodía de Nando Agüeros recordaron que«ha dicho Revilla que el viento del norte el covid nos trae a la comunidad, la culpa es de vascos y catalanes que cuando estornudan to' viene pa' aca. Tiene la cara más dura que el roble, en un cerrado se puso a fumar, con el purito encendido te hacia la PRC, pero anal». Con su parodio de Jano desataron las carcajadas del respetable. Tanto se lió el robot con la llamada que «acabé en Laredo haciendo una colonoscopia». Para el epílogo, apostaron por remover conciencias para no perder momentos al lado de nuestros mayores. «No hay un abrazo con más luz que aquel de un abuelo».
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El cierre de la noche corrió a cuenta de Las Niñas y su 'Ley seca del Carnaval'. Su nombre suena a nuevo pero son la agrupación hasta ahora conocida como Las Soñadoras. La de ayer fue su tercera participación en el concurso, en el que ya se han hecho por derecho propio un hueco con sus afinadas voces. Tras dos años «soñando melodías» dejaron de ser prisioneras para ser almas libres al «renacer febrero» otra vez en las calles de Santoña.
Sobre el escenario, denunciaron la «traición» de Revilla, que ha «jugado con la ilusión» de este pueblo, «el primero en implantar su propia escuela de pesca hace ya casi años » y que, ahora, «con argumentos inventados» se la da «al pueblo de al lado». Tildaron de «santa movida» la subida de las facturas de la luz y el gas, que las tiene «locas de atar». «Mi vida es una yincana, contando tiempos vivo estresada, para poder pagar, horas has de contar».
El humor lo desataron aludiendo con sorna a la polémica de Chiloeches. Y es que, cantaron, el andamio se han llevado tras 3000 años y allí está «el de Oliveri atado con dos cadenas». «No te lo lleves por favor, que ahora me quedo sin discurso, no te lo lleves ten piedad que necesito ir a la radio para contarlo y a todos les quiero a engañar». A Laredo le acusaron de robar «primero la ballena y luego el faro», así que las Niñas propusieron regalarles a «Carrero Blanco». Como colofón, confesaron el miedo a no sentir «el fuego del carnaval en febrero», invitando a luchar por el desfile, la cantera y dejar atrás las disputas.
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