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El 'Delirium Festival' sigue haciendo honor a su nombre y tres semanas después siguen las quejas y las denuncias. Ahora, el grupo de jóvenes contratados como 'staff' acusa a la promotora del evento (la empresa Great Concert) de adeudarle la cantidad de 6.145 euros ... (a razón de 10 euros la hora de trabajo) y anuncia que no va a parar hasta cobrarlo. Son una veintena de chicos y chicas a los que se fichó para atender las taquillas, controlar los tickets de comida y bebida y vender los productos de 'merchandising', que se declaran «muy cabreados». Tanto, que se han buscado asesoramiento legal y tienen claro el primer paso: convocar a la firma a un acto de conciliación para que reconozca la obligación que mantiene con ellos.
Representantes del grupo aseguran a este periódico que son los únicos empleados del festival de música electrónica que se celebró en Ajo que todavía no han cobrado. «Los primeros en hacerlo fueron los de seguridad y luego los camareros, porque durante el festival se corrió la voz de que la organización no iba a pagar y ellos se pusieron en huelga. Como dejaron de servir copas, les pagaron sobre la marcha para que siguieran».
Ellos no han tenido tanta suerte. Según relatan, la mayoría de los que actuaron como 'staff' había contactado para ofrecerse a trabajar a través de la página web de la cita, por correo electrónico o incluso por Whatsapp. Pactaron cada uno entre cinco y seis horas por jornada laboral que luego «se fueron convirtiendo en 10 y hasta en 12» algunos días. En principio, según cuentan los portavoces (que no quieren ver su nombre en el periódico) a ninguno le importó demasiado la ampliación del horario «porque nos iban a pagar por horas».
Improvisación
Pero pese a que el Delirium empezó con buen ambiente, hubo desde el primer momento detalles que no les encajaban. Aproximadamente la mitad de los afectados (que viven en el área de Santander, Bilbao y Vitoria) llegaron a esta cita con la experiencia de haber participado en los equipos de otros festivales y «en este veíamos mucha improvisación. De hecho, el jueves empezó todo con dos horas de retraso porque no habían acabado de montar». Más tarde se enterarían de que la infraestructura se había armado en una semana. «Una semana antes de que empezara no había material (ni pulseras, ni tickets, ni camisetas)».
Los contratos con estos afectados se realizaron en el último momento. El festival empezaba un jueves y algunos fueron fichados el viernes anterior. Esto, sin embargo, no les preocupó. Les inquietó más que les negaran los contratos físicos, si bien la Seguridad Social les comunicó vía digital que estaban dados de alta en el sistema. El buen rollo no duró mucho, porque «el viernes por la tarde ya había rumores de que esto era un timo», señalan.
Salarios
Para entonces, ellos ya habían visto que el recinto no contaba con un servicio de limpieza y de que faltaban otras muchas cosas habituales en citas similares. Para más inri, «nos empezamos a comer nosotros todas las broncas. Los asistentes nos pedían hojas de reclamaciones porque se creían estafados al ver que no iban a aparecer algunos de los dj's anunciados y el ambiente se torció».
Lo peor, no obstante, estaba por llegar. Una vez concluido el festival, cuando ya era de dominio público que había acabado como el rosario de la aurora -por la ausencia de los principales artistas invitados, las quejas de los miles de asistentes por lo precario de las infraestructuras- sus contratadores les informaron de que les pagarían por sus servicios el día 25. Y el 25, lo alargaron hasta el 28 y después les dijeron que el 29 o el 30. «Empezaron a marearnos. Unos cuantos nos reunimos con Vicente de la Fuente, el administrador único de la empresa, que se ofreció a darnos el 40% de lo estipulado». Aparte de Vicente de la Fuente, son socios de la firma Cristian González, Javier Díaz, Jesús Bautista y Alejandro Vázquez.
Pero los jóvenes (la mayor parte de ellos son estudiantes) se negaron a cobrar menos de lo establecido. A De la Fuente le presentaron un recibí con las horas trabajadas y las cantidades que adeuda a cada uno «y él se negó a firmarlo, ni a poner un sello. Le dijimos que le íbamos a demandar y se echó a reír». Ahora lamentan haber oído que Great Concert y sus socios «carecen de patrimonio» para hacer frente a su reivindicación salarial.
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