Los Monarcas se dan un baño de cariño en la villa marinera

«Si se acercan será todo un detalle», pensaba este vecino. Sus palabras fueron el mejor de los augurios. Apenas una hora después de pronunciarlas, pudo mirarse a los ojos con el Rey y entregarle un obsequio. «Le he dado un remo pequeño de madera con la bandera de España pintada y el anagrama de la Virgen del Puerto, nuestra patrona», expresó emocionado.

Felipe VI y Letizia, de camino a la fábrica, saludaron a todos los que allí se congregaban. Rompieron el estricto protocolo en estos tiempos de pandemia y el pueblo les respondió de forma calurosa. «¡Viva la monarquía!». «¡Viva el Rey!», «¡Letizia, guapa!», exclamó el gentío a su paso, mientras agitaban las banderas de España. Los gritos sobresalían entre los aplausos. Y se lanzaron desde lo alto de ventanas y balcones. Ni un solo pitido.

«Que vengan los Reyes a Santoña es todo un acontecimiento. A Santander, a la capital, es habitual que vayan, pero a los pueblos, es más raro. Esto solo ocurre una vez en la vida», apunta Merche.

A su lado, está Mari Flor Calvo. Esta vecina rememora que vio a Felipe, aún Príncipe de Asturias, hace unos cuantos años en la villa. No se confunde. Fue en 1999 y visitó también el puerto. «Recuerdo que vino en helicóptero y aterrizó en el campo de fútbol».

Mientras lo cuenta, a eso de las doce y media, se arremolinan cada vez más personas en el exterior del muelle. Algunos oyen que también hay público al lado del mirador de las Marismas. Dudan de si dar todo un rodeo para llegar hasta allí o quedarse en la calle por la que se accede al puerto. Guardia Civil, Policía Local y Protección Civil vigilan que la muchedumbre se quede detrás de las vallas. «¡Es increíble la seguridad que moviliza esta gente!», se escucha murmurar. «He leído que ya están viniendo de Torrelavega, como corten la carretera de los puentes, ¡vaya faena!».

Los espectadores se entremezclan con los que van a comprar a las pescaderías abiertas a lo largo de la calle. El trasiego es constante. «Veraneamos en Noja y nos hemos acercado a Santoña a comprar un bonito y ya nos hemos quedado por curiosidad», dice Rosa. Es bilbaína. «No es lo mismo verles en la tele que en persona».

Cada cual tenía su motivación para aguantar el calor que empezaba a ser sofocante. Hubo quien se acercó para arropar a la institución en un momento en el que está duramente cuestionada. «He venido porque siempre me han gustado los Reyes de España. Hay que apoyarles porque lo hacen muy bien. Ahora mismo hay muchos comentarios y me daría pena que se termine la monarquía», señala Julieta Tobón mientras busca un hueco junto a su marido, Ramón. «A Letizia no la conozco mucho pero la veo como una chica inteligente. Y las niñas me encantan».

Con los banderines nacionales entre las manos esperan María José, Carmen y Olga. «Parece que ahora es vergonzoso llevar la bandera y no sé por qué», se pregunta una de ellas. «Hemos venido porque somos españolas y el Rey es la persona más decente del país ahora mismo». Las tres creen que es «un honor» que haya elegido visitar Santoña y sobre todo la pesca, porque «es la vida de este pueblo».

Hasta que salieron los monarcas de la conservera, Marga Herrería no se movió de los alrededores. «Les iba a hacer una foto pero cuando han pasado el Rey junto a mí y me ha sonreído, me ha hecho tanta ilusión que no he podido parar de aplaudir». Por mi edad, dice la mujer, «le he visto nacer y es como si fuera de mi familia. Me parece un buen Rey y una persona estupenda», reconoce a la par que saca de nuevo el móvil para intentar sacar la imagen que poco antes no pudo por la emoción.