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Hace una década que había sido declarado en ruina por su avanzado estado de deterioro, pero no ha sido hasta esta semana que la propiedad – constituida por múltiples herederos– ha iniciado los trabajos para demoler el edificio situado en la confluencia de las calles Lino ... Casimiro Iborra y Juan de la Cosa de Santoña. Este inmueble deshabitado es uno de los que estaba en el punto de mira del Ayuntamiento por motivos de seguridad y ornato.
A la vista de los informes técnicos, la casa presentaba un evidente riesgo de venirse abajo debido a una falta de mantenimiento prolongada en el tiempo. De hecho, los dueños habían tenido que proceder a retirar los balcones para garantizar la seguridad de los viandantes y desde hace meses, el perímetro del edificio estaba protegido con vallas de obras para impedir que nadie circulará por la acera, ya que puntualmente se habían desprendido cascotes de la fachada. La empresa encargada de los trabajos ha cubierto el inmueble de andamios para acometer la demolición de forma manual, según explica el concejal de Obras y Urbanismo, Ricardo Fernández, que se da la circunstancia que es uno de los numerosos propietarios de este inmueble. En estos primeros días, los operarios se han centrado en apuntalar el interior del edificio por la inseguridad que presentaba y en retirar los enseres que aún contenía. Seguidamente, se va a derribar de forma manual el tejado, la primera y la segunda planta, ya que «hay una planta baja de garaje pegada que, en el caso de tirarse con maquinaria, sufriría daños», señala Fernández.
La pala excavadora solo se empleará para demoler la planta baja, así como para retirar el conjunto de los escombros generados. La actuación se prolongará hasta comienzos de noviembre y, en principio, la parcela resultante no tendrá ningún uso. Al ser de reducidas dimensiones, el Ayuntamiento no baraja alcanzar un acuerdo con la propiedad para ser usada para plazas de aparcamiento, como sí se ha hecho anteriormente con las fincas libres de otros edificios viejos derribados en el municipio.
Aunque esta casa fue declarada en ruinas en 2015, tal y como suele ocurrir en estos casos, al tener múltiples herederos resulta complicado que alcancen un acuerdo para tomar algún tipo de medida, que, en este caso, ha sido echarla abajo. El pasado mes de febrero ya se informó de esta inminente actuación al contar ya los dueños con la correspondiente licencia municipal para las obras. No obstante, la intervención «se ha retrasado porque Viesgo ha tardado mucho en retirar el tendido eléctrico y también hemos tenido que esperar a la disponibilidad de la empresa».
Otro edificio que preocupa y mucho al equipo de gobierno (Santoñeses y PP) es el del mesón La Parada, el número 11 de la Plaza de la Villa, por su más que evidente riesgo de colapso. El pasado septiembre, la Concejalía de Obras contactó con el 112 para solicitar la intervención urgente de los bomberos, que eliminaron los elementos de la fachada con riesgo de caída en la vía pública y sanearon y apuntalaron una galería. El edificio también deshabitado lleva declarado en ruinas varios años sin que la propiedad ejecute la órdenes de demolición requeridas por el Ayuntamiento.
Tras los últimos acontecimientos, se ha vuelto a urgir a los dueños a que tomen a la mayor brevedad cartas en el asunto. El alcalde, Jesús Gullart, explicó a este periódico que se les ha dado un último plazo para presentar el proyecto de derribo y si no, será el Ayuntamiento quien ejecute los trabajos de forma subsidiaria para eliminar cualquier peligro, repercutiendo después el gasto a los dueños. «Corre mucho riesgo porque está conectado en galería con el bloque que está pegado y en el que hay residentes». No obstante, la Administración local para demoler tiene primero que habilitar una partida presupuestaria, encargar un proyecto y sacar a licitación los trabajos que también se realizarían forma manual.
En Santoña hay otros inmuebles en avanzada decadencia a la espera de que sus responsables den un paso al frente. Es el caso, de un edificio en la plaza de la Constitución, con licencia ya de derribo; y del inmueble en cuyo bajo está el bar Zatón. El Ayuntamiento ordenó el cierre y desalojo de este local el pasado verano y se está a la espera de lo que haga la propiedad, que ha mostrado su interés en rehabilitarlo.
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