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No ha sido una mañana de sábado tranquila en Ribamontán al Mar, donde desde las 10.30 horas de la mañana se empezaban a congregar ... los usuarios en los accesos del Camping de Latas. Ya hacia las 12.00 horas se alcanzaba el momento con mayor asistencia, sobrepasando las 200 personas reunidas para unir sus voces y gritar su descontento a los gestores del establecimiento en el que en muchos casos llevan décadas veraneando. Y es que, la empresa les ha dado hasta diciembre para retirar sus caravanas de la parcela que llevan años ocupando, mientras que en el caso de los módulos se les subirá el precio de manera «desorbitada», empujando a muchos de los campistas a retirarse.
Mucho ruido, lágrimas y petición de hojas de reclamaciones. Así ha sido esta primera manifestación organizada por los usuarios de Latas, que podría no ser la última. «La idea es seguir todos los fines de semana hasta que nos escuchen», resume Irati Cosío. Ella ha sido una de las principales coordinadoras de la manifestación de este sábado y una de las propietarias de caravanas que tendrá que abandonar el establecimiento en poco más de dos meses, cuando finalice el contrato de temporada. «Sabemos que están en su derecho de echarnos, pero sólo pedimos un poco más de tiempo», repite mientras se le encharcan los ojos de lágrimas. «Esto es una familia, ya bastante duro es que nos tengamos que separar», remarca.
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La congregación, que se produjo al son de cacerolas, pitos, claxon y palmas, llegó a alcanzar algún momento tenso. Sobre todo cuando no se permitió la entrada a las instalaciones del equipo gráfico de este periódico para la cobertura informativa. Momento en el que los manifestantes se encararon a uno de los controladores del espacio. No obstante, ni rastro de los gestores del camping, que permanecieron en el interior del edificio de recepción pese a que se les interpeló directamente a gritos para que salieran a dar algún tipo de explicación. Una ausencia que los manifestantes recriminaron al grito de «¡cobardes!» y «¡manos arriba, esto es un atraco!».
Los afectados, que son en torno a 160 familias (según datos aportados por los propios manifestantes puesto que los gestores del espacio no facilitaron esta información a El Diario), son de distintos lugares, tanto de la propia región como de País Vasco, Madrid e incluso de Andalucía. Son conocedores de que antes o después se tendrán que marchar, porque «la empresa parece que tiene la legalidad de su parte, pero no es humano lo que están haciendo», reclama Hervé Canbert, francés afincado en Málaga y campista en Latas desde hace 15 años. Sólo piden alargar la relación contractual unos meses más, para que les dé tiempo a organizar su marcha, vender o trasladar sus caravanas y módulos.
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