Eva Jaular, una madre orgullosa de su «princesita»

«No se relacionaban mucho con el resto del vecindario. Ella iba a trabajar todos los días y a él no se le veía», cuentan en el pueblo. «Las riñas eran recurrentes, porque se escuchaban golpes y gritos. Pero lo raro es que esta última vez no oímos nada», relatan los testigos, que se percataban de las disputas cuando los perros, nerviosos, empezaban a ladrar.

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La víctima, que desde joven había trabajado en la hostelería, estaba empleada desde hace cuatro años en el restaurante La Caracola de Somo, donde este mismo jueves acudió para tomarse un café con amigos. «Era una chica muy agradable, trabajadora y predispuesta», recuerdan los clientes del local. Un trabajo al que había accedido gracias a la intermediación de su madre, a la que estaba muy unida y que fue también la primera persona en acudir a la vivienda de Liaño.

Además del bebé de tan solo once meses cuyo cadáver apareció ayer junto a ella, Eva tenía otros dos hijos de una relación anterior: un varón de 17 años y una chica de 22. Ambos viven en este momento con su padre.

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A la espera de que las pesquisas policiales arrojen más luz sobre este suceso, lo que es seguro es que entre la obtención de la orden de alejamiento y el crimen de este viernes ha transcurrido sólo un mes y medio. Está por aclararse por qué se pudo producir el quebrantamiento de esa medida judicial la noche del pasado jueves.