Hallan asesinadas a una mujer de 40 años y a su bebé en Liaño y detienen a su expareja

Para hacer una reconstrucción de lo sucedido hay que retroceder a la tarde del pasado jueves. Según el relato de los vecinos de Liaño de Villaescusa a este periódico, Eva Jaular llegó a su domicilio sobre las cinco y media de la tarde. Venía de tomarse un café en el restaurante La Caracola de Somo, establecimiento en el que trabajaba desde hacía cuatro años, aunque desde el verano se había tomado un descanso.

Horas después, cuando ya había caído la luz, agentes de la Guardia Civil se personaron en la vivienda, supuestamente avisados por la mujer. Según cuentan los testigos, «el hombre salió de la casa con una mochila y se despidió, confirmando a los policías que ya se iba, que no iba a hacer nada y que no pasaba nada». Lo que ocurrió dentro no se sabe con certeza, pero lo que es evidente es que el hombre había quebrantado la orden de alejamiento.

Así quedó la cosa hasta que en la mañana de este viernes el entorno de Eva se alertó porque no era capaz de comunicarse con ella. Ante las sospechas de que algo malo podía haber ocurrido, tanto la madre como la hermana, que tenía llaves de la vivienda, se personaron en el inmueble de Liaño. También un amigo de la familia acudió para acompañarlas.

Eran poco antes de las diez de la mañana y en el interior de la casa no encontraron rastro de la mujer ni de su bebé; pero la escena que presentaba la casa hizo temer lo peor. «Estaba todo como en las películas cuando se produce un robo, con la ropa por los suelos, la cuna del bebé tirada, el microondas destrozado, los muebles abiertos, etc...», explicaron los testigos. Alarmados por lo que se encontraron, se pusieron en contacto con la Guardia Civil, al tiempo que iniciaban una búsqueda de la madre y el bebé por las inmediaciones de la casa, sin resultado alguno.

Los agentes respondieron a la llamada de alerta de la familia de inmediato y se personaron en el lugar. En una primera inspección ocular por las estancias de la vivienda no hallaron tampoco señal de Eva ni de su bebé. Lo que no sabían entonces es que ambos cuerpos se encontraban a unos pocos metros, en el corral de la vivienda, ocultos bajo la lona de una piscina hinchable.

Todavía sin rastro de los cuerpos, pero ante las notables evidencias –el estado de desorden en que se encontraba la vivienda, la desaparición de ambas y el episodio de la noche anterior– la Benemérita citó en el cuartel de El Astillero a J. R. C., que acudió voluntariamente en cuestión de minutos.

Desde el primer momento, en conversaciones con los agentes, el hombre negó taxativamente cualquier responsabilidad en los hechos. Lo hizo en el mismo momento del arresto y también durante todo el día, como confirmaron las autoridades policiales a la familia. A pesar de que los agentes vierten sobre este individuo todas las sospechas, él se mostró abatido en todo momento, llorando y declarándose inocente.

Fue a las dos de la tarde, con el presunto homicida aún en el cuartel, cuando un equipo de la Policía Científica, que se sumó a las labores de reconocimiento de la casa de Liaño, localizó ambos cuerpos ocultos en el corral. El entorno de Eva y su hija, que no había cesado en la búsqueda por el pueblo, conoció el desenlace al ver un furgón funerario en la puerta.

Aún se desconoce la causa de la muerte, pero los investigadores solicitaron a los vecinos que avisaran ante cualquier hallazgo. «Nos han dicho que si encontramos un cuchillo o algo similar, que los avisemos», cuentan.

Hace sólo un mes que la mujer puso en conocimiento de la justicia la situación que estaba sufriendo. Le denunció por un maltrato con lesión y por amenazas. Tenía antecedentes y había sido condenado ya por un delito previo de violencia machista por amenazas y tenía otras condenas de otro tipo.

Según la denuncia que en aquel momento presentó la mujer, aquel episodio se produjo después de una discusión que terminó con una agresión física. En declaración de ella ante el juez durante la vista rápida, Eva relató que llegaron a casa con su hija y él le dijo: «Ahora vas a saber lo que te espera». Entonces el detenido le enseñó un cuchillo y le dijo: «Mira cómo corta». Y empezó a romper cosas en el domicilio.

El caso llegó al Juzgado de Violencia sobre la Mujer Número 1 de Santander, que se encargó de la instrucción. Puso una orden de protección y practicó las diligencias correspondientes. Después remitió el asunto al Juzgado de lo Penal 5 para su enjuiciamiento, ya que él no se conformó con la pena que le pedía el fiscal por los hechos denunciados por su expareja. El juicio se celebró y quedó visto para sentencia.

Desde la Dirección General de Igualdad del Gobierno de Cantabria confirman que, en el mes de noviembre, cuando los juzgados remitieron el expediente del caso, trataron de ponerse en contacto con la víctima. El Punto de Coordinación llamó por teléfono a la mujer para ofrecerle protección psicosocial o alguno de los diferentes recursos que activa la Administración regional en este tipo de casos, pero fue imposible hablar con ella. En ese momento, se derivó el asunto a los Servicios Sociales municipales. A partir de ahí no hay más información.

La responsable del área de Mujer e Igualdad de la Vicepresidencia del Gobierno, Consuelo Gutiérrez, se ha puesto a disposición de la familia. En las próximas horas pondrá a disposición de los otros dos hijos de la asesinada –con los que ayer por la tarde-noche no había logrado contactar– los recursos psicológicos existentes. A partir del lunes, también activará el mecanismo jurídico para que, si el entorno de la mujer lo desea, el Gobierno de Cantabria se persone como acusación popular en el procedimiento.

A última hora de la tarde y durante toda la noche de este viernes, un vehículo de la Guardia Civil vigilaba la vivienda de Liaño, que se encuentra acordonada, para que las pesquisas continúen hoy con los trabajos de la Policía Científica. En las inmediaciones, eran varios los vecinos que conversaban entre ellos, especulando sobre lo ocurrido con el alcalde, el regionalista Constantino Fernández, que también se acercó al lugar. Todos ellos, como Villaescusa al completo, se mostraban consternados por el doble crimen.