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Poco prometedor se atisba el verano para la playa pequeña de Langre. Mientras su hermana mayor en estas fechas cada vez recibe más surfistas y visitantes, el arenal menor está desierto, a excepción de los temerarios que saltan la valla que corta el paso y ... no se sabe muy bien cómo logran bajar. No está fácil, porque las escaleras están completamente desprendidas, como si un tornado −en realidad fue una borrasca de nombre Ernest que azotó la costa en diciembre de 2020− las hubiera arrancado de cuajo. A estas alturas se suponía que ya debían haber sido retiradas para haberse habilitado un acceso en condiciones. Al menos eso es lo que desde el Ayuntamiento de Ribamontán al Mar aseguraban hace meses que les habían trasladado desde Costas. Pero no ha sido así, es más, todo apunta a que a estas alturas Langre pasará una temporada estival más (la segunda) sin una de sus dos playas.
Semana Santa, esa era la fecha en el horizonte que desde Ribamontán al Mar veían para ver recompuesto el acceso al arenal de Langre según lo que les habían trasladado desde Costas, pero han pasado ocho días desde el Domingo de Pascua y en Langre no ha habido resurrección alguna, los peldaños siguen desmembrados e imposibles. Es más, tampoco hay una solución a la vista.
Al menos así lo asegura el senador regionalista José Miguel Fernández Viadero, que ha elevado la cuestión hasta en dos ocasiones a la Cámara alta y expone que «actualmente dicen que en dos meses se va a redactar un proyecto para retirar la escalera», no obstante ese estudio no incluiría habilitar una bajada alternativa, por lo que «hemos solicitado que se instale al menos una escalera provisional», no obstante, dice Fernández Viadero, «ni de lejos estaría para este verano».
Aunque de los dos arenales de Langre el que tiene el paso derrumbado es el menor y menos famoso, eso no quiere decir que no tenga su público. De hecho, es el más utilizado por vecinos y pescadores porque «es la tradicional, la que siempre tuvo mejor acceso; antes a la grande sólo se pasaba desde la pequeña con marea muy baja», rememora la teniente de alcalde de Ribamontán al Mar y presidenta de la Junta Vecinal de Langre, Araceli Colina, que habla también del «hartazgo» de los vecinos con esta situación.
«Se ha acabado la paciencia», insiste la edil, e implora que «tiene que haber una solución ya, está peligroso y la gente va a seguir bajando esté como esté porque es su playa». Plantea también la posibilidad de que «la mejor opción» sea no construir una escalera como la anterior, sino que «se acondicione un sendero natural como había antiguamente», ya que «los peldaños requieren un mantenimiento que el Estado no estaba llevando a cabo, y no puede ocurrir lo mismo otra vez, en la escalera de la grande también hay problemas». Sea como sea, reclama al Estado «que quiten lo que está mal y nos dejen bajar ya a la playa en condiciones». A esta reivindicación se une Jesús Blanco, presidente de la Asociación de Turismo Ribamontán al Mar (Ribatur) y de la Asociación de Turismo de Cantabria además de vecino de Langre, que recalca que «un municipio turístico como este no se puede permitir tener una bajada tan lamentable a una playa tal y como lleva esa casi dos años».
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