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La surada ha vuelto a traer este fin de semana incendios a la región. Como si se tratase de una precisa fórmula matemática, en cuanto se levanta el viento, y encima con buenas temperaturas como las de estos días, se prende la chispa. Y ... al despejar la ecuación buscando culpables, en muchos casos se acaba achacando lo ocurrido a las prácticas ganaderas como el principal interés que hay detrás. Sin embargo, a la hora de señalar héroes ese dedo acusador resulta ser también ingrato, puesto que deja de apuntar a los ganaderos pese a que siempre que pueden echan el resto para ayudar, con un respaldo para los bomberos que resulta indispensable. Así ocurrió este sábado en el aparatoso incendio que se registró en una parcela privada ubicada entre Loredo y Langre (Ribamontán al Mar) sofocado en gran parte gracias a una flota de siete tractores con sus respectivos tractoristas que no dudaron en jugarse el tipo. Una intervención que no es la primera vez que realizan.
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Las llamas se originaron la tarde del sábado, y raudos acudieron dos camiones de Bomberos de Santander pero, pese a los esfuerzos, las fuertes rachas de viento avivaron el foco hasta el punto de que se llegó a temer por dos viviendas de la zona. Las complicaciones obligaron a movilizar también a una cuadrilla de bomberos forestales y a un guardia del Medio Natural. Todos esos efectivos son de los que siempre se habla y reconoce. Pero hay otros apagafuegos que arriman el hombro desde la sombra. Son los ganaderos, a los que habitualmente se les acaba pidiendo auxilio. «A mí me llamó la teniente de alcalde para que viniera», dice uno de los tractoristas que intervino este sábado en Loredo. Y a partir de esa primera voz de alarma, unos contactan con otros para organizarse y en cuestión de minutos se plantan con sus tractores y sus cisternas.
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Un apoyo, el de los tractoristas, que resultó capital en este caso puesto que no se consiguió sofocar el foco hasta pasadas las nueve de la noche, y con escasa luz pero con mucho viento el helicóptero estaba completamente fuera de juego. Así que ese alivio llegó −además de a través de los camiones de bomberos− por medio de los siete tractores de vecinos del municipio que no dejaron de echar agua a las llamas durante horas. En total siete cisternas de entre ocho y veinte mil litros que descargaban y cargaban una y otra vez. «Esto no ha sido algo excepcional, siempre están aquí para ayudar en los incendios, no sé qué haríamos sin ellos», reconocía Luis Cagigal, uno de los concejales de Ribamontán al Mar, mientras contemplaba la actuación. Lo hacen, además, de manera altruista, sin obtener ningún tipo de rédito a cambio. Da igual que sea fin de semana o de noche. «Yo tendría que estar ahora dando de comer a los jatos», apostillaba uno de los ganaderos una vez que estuvo el incendio controlado. De hecho, él y sus compañeros actúan con sus propios medios, no sólo con su maquinaria, también haciendo gasto de su gasolina; y además desprovistos de equipamiento adecuado −pese a que en todo momento guarden distancias y precauciones, siempre existe un factor de riesgo real−.
Sobre el lugar, varias voces daban por hecho que el incendio de Loredo de este sábado no era fortuito. «En estos casos siempre nos echan la culpa a los ganaderos», decían con resignación, pero hablando entre ellos apuntaban a «la especulación urbanística» como el verdadero foco en este caso. Se da la circunstancia de que los terrenos afectados pertenecen a la extinta constructora Emilio Bolado y según recoge el Plan General de Ordenación Urbana allí podría ubicarse un campo de golf −en su momento hubo interés por una empresa−. Mientras, el terreno lleva tiempo despertando quejas vecinales por su estado de abandono, de hecho gran parte de lo que ardió el sábado eran plumeros. «Hace poco ayudamos a pagar otro incendio también aquí», dicen los tractoristas de Ribamontán al Mar, que sólo este año ya han colaborado «en cuatro ocasiones». Y ahí seguirán, hasta que puedan. La joven Paula, de 20 años, no lo pudo decir más claro: «Yo quiero ayudar como ha hecho mi padre cuando haga falta y ser ganadera, pero nos lo están poniendo todo muy difícil y sin vacas tampoco hay cisternas».
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