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A Pablo Gorostiza se le conocía en dos etapas: «Una primera en la que se mostraba algo tímido, y una segunda, que llevaba algo de tiempo, y en la que cogía confianza y veías lo maravillosa persona que era». Lo cuentan sus amigos, que explicaron ... cómo esta mañana Sarón amaneció con la resaca de la conmoción causada por el accidente que en la noche del pasado viernes se cobró la vida de este vecino de la localidad, de 18 años, que falleció en un accidente de tráfico en Torrelavega.
Por eso hoy el momento más emotivo del encuentro que enfrentó a la Gimnástica y al Cayón en el campo Fernando Astobiza (Sarón) llegó cuando los jugadores se plantaron en el centro del césped, se abrazaron y guardaron un minuto de silencio en su recuerdo; porque en todas partes: gradas y vestuarios, muchos conocían a Pablo Gorostiza. «Aún no lo podemos creer. El viernes sus compañeros se despidieron de él en clase y el sábado por la mañana les dieron la noticia de que no iban a volver a verle. Es horrible», lamenta Álvaro Fernández, entrenador del juvenil A del Cayón, donde jugaba Gorostiza. «Los compañeros están destrozados. Muchos pasaban el día juntos, en clase y en el campo, porque en el pueblo, a esa edad, son una gran familia. A los adultos nos toca sufrirlo por dentro y hacer un poco labor de apoyo con ellos», agrega el técnico de los adolescentes.
Pablo, que vivía en Sarón desde hace más de una década, cuando su familia abandonó Castro Urdiales para emprender un nuevo proyecto de vida, estudiaba segundo de bachillerato en el instituto Lope de Vega. No tenía claro qué quería hacer después, pero sí sabía lo que le gustaba: el fútbol. Quienes le conocían coinciden en que era un genio con el balón. «Pese a su timidez, cuando saltaba al campo se transformaba y bailaba con el balón. Tenía una calidad increíble de centrocampista», cuenta su entrenador.
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La familia es conocida en la localidad porque su padre regenta el gastrobar La Balbina, en San Román de Cayón. «Todos los conocemos precisamente por eso y todos sabemos que es gente muy sana, muy educada y encantadora. Es una pérdida terrible y por eso ahora vamos a tener que apoyarles en todo lo que podamos para ayudarles a soportar este drama», explica Raúl Domínguez, vecino de la localidad, exresponsable de las escuelas deportivas del club y exjugador del Racing de Santander. «Era muy buen jugador, como su hermano. Están muy bien adaptados al pueblo y todo el mundo los quiere».
La Policía Local de Torrelavega investiga el siniestro sucedido en la madrugada del sábado, cuando el coche en el que viajaba Pablo se salió de la vía, la N-634, a la altura de Río Cabo (Torrelavega). El joven iba en un BMW 530 de color gris junto a otros cuatro amigos –dos chicas y dos chicos–. Por razones que aún se desconocen, el vehículo se salió de la carretera, en el cruce donde la N-634 se une con la CA-334, que conduce hacia Zurita. El parte de la Policía señala que, en torno a las doce y media de la noche, el vehículo se salió de la vía y dio varias vueltas de campana por un terraplén de 25 metros hasta que cayó a las vías del tren.
«En shock»
«Cuando la madre me envió un mensaje la mañana del mismo sábado me quedé en shock y aún no he podido reponerme», admite Dionisio Humara, presidente del club.
Cuentan que el primer día en que Pablo fue al colegio en Sarón, entró llorando; pero salió con una sonrisa de oreja a oreja. Dijo que estaba encantado con los compañeros que le habían tocado en clase. Eran amigos dentro y fuera de las aulas, en el terreno de juego y en la vida: «Le vamos a echar muchísimo de menos», concluyen.
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