Los primeros visitantes del Centro de Arte Rupestre

Posiblemente el exvicepresidente, exconsejero de Cultura y actual portavoz socialista, Pablo Zuloaga, matizaría ligeramente todo esto, ya que, como recordó en sus redes sociales, el edificio lleva inaugurado un año, de modo que la única justificación del jolgorio sería por la apertura de la exposición permanente del Centro. Este fue su tuit –o como se llame ahora en X–, sin acritud: «De nada @mjburuaga! Gracias por hacernos vivir un 'déjà vu'. Muy orgulloso del potencial del Centro de Arte Rupestre de Cantabria que levantamos e inauguramos en Puente Viesgo. Bienvenida por fin a la promoción del arte rupestre. #HerenciaRecibida». En todo caso, los dos acontecimientos tienen su placa para la posteridad.

Volviendo a nuestra pareja del comienzo, salieron encantados. «Es fundamental que haya esto, porque así el visitante dispone de una información previa. La visita a la cueva siempre es algo más árido, y de esta manera puede resultar atractivo para más público que de entrada tenga menos interés en el arte paleolítico y menos conocimiento». De esta manera tan sencilla resumieron la esencia de este nuevo centro de interpretación.

Viene a ser, poco más o menos, lo mismo que explicaba Daniel Garrido, coordinador de las Cuevas Prehistóricas de la región. «Este nuevo centro nos permite que mucha gente que venga a ver las cuevas tenga un apoyo de conocimiento para saber quién está detrás de ese arte rupestre, y ofrece una información de lo que no se puede ver en las cuevas. Además, en los momentos del año con más visitantes, su exposición permanente ofrecerá una alternativa a quienes no puedan acceder a las cuevas».

El Centro de Arte Rupestre no es un museo: es un entremés antes del plato fuerte que constituye la visita a las fabulosas cuevas de la 'montaña mágica' de Puente Viesgo. La información que ofrece ayuda a que la experiencia posterior resulte más provechosa e intensa, ofreciendo respuestas a una serie de interrogantes. Qué es el arte paleolítico, y quiénes lo hicieron; cómo se realizaron los dibujos, pinturas y signos y qué técnicas se emplearon, y dónde se encuentran esas primitivas manifestaciones artísticas. Por último, busca un porqué.

Uno no puede evitar imaginarse a grupos de escolares asilvestrados correteando por las salas, mirando pantallas, completando recorridos virtuales, manoseando las réplicas de objetos y, si no queda más remedio, leyendo los paneles explicativos. Está asegurado el éxito del muro de manos pintadas que responde con una exhalación prehistórica o un repiqueteo de tambor cuando se planta la palma sobre ellas.

«Cumple un papel divulgativo y hace su función, mientras que el museo, con sus aspectos científicos y técnicos, cumple otra –opinaba Enrique Campuzano, director del Museo Diocesano–. Ambos tiene su responsabilidad en la cultura y lo que hace falta es que haya una correlación entre ellos para que la gente que se distrae e inicia el conocimiento en estos centros de interpretación pueda valorar mejor posteriormente la oferta de los verdaderos museos».

Para Óscar Villegas, alcalde de Puente Viesgo, la importancia de las nuevas instalaciones trasciende su función como equipamiento cultural. «Para nosotros va a suponer desarrollo económico, cohesión social y que las nuevas generaciones conozcan la Prehistoria de una manera amena y didáctica».

A esa obligación de dar a conocer el pasado a los jóvenes aludía también Catherine Fautrier-Rousseau, la embajadora de Mónaco en España, que hacía honor con su presencia al vínculo que liga al Principado con las cuevas prehistóricas de Puente Viesgo. «El Centro es precioso. Todo lo que hemos visto está muy bien hecho, moderno e interactivo, muy necesario para motivar a los jóvenes a aprender lo que fue nuestro pasado. Es un éxito total».