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Es miércoles y, como todos los días de esta semana, sopla el viento. Sólo hay un puñado de nubes que hacen acampada en la cima del Castro Valnera, que queda a un lado. El resto, despejado. Tanto que, además del valle de Pandillo, se ve con nitidez a lo lejos San Pedro del Romeral, las montañas hasta Espinosa de los Monteros, las decenas de cabañas que salpican los prados y hasta el mar. Sí, el mar. En el horizonte. Aquí, en el lugar de una antigua cantera, en una explanada, está previsto instalar la estación superior del teleférico de Vega de Pas. El Mirador del Pas. Después de casi quince años de idas y venidas, el Gobierno maneja este proyecto como la punta de lanza de su estrategia para revitalizar la comarca de los valles pasiegos. Aquí, en Vega de Pas, todos oyeron lo que dijo la presidenta Buruaga en Fitur sobre esta zona: que será «la nueva joya de la corona». La mayoría en el pueblo –aunque hay voces críticas en la comarca y entre distintos colectivos–, está a favor de la obra. Con un matiz. La conversación de un matrimonio que anda enfrascado con las tareas del campo define perfectamente las sensaciones de los vecinos.
–Este chico pregunta qué nos parece lo del teleférico.
–Que ya llevamos quince o veinte años haciéndolo...
O sea, que les parece bien, que «hay que hacer algo porque el pueblo se muere», pero que hasta que no vean «las máquinas trabajando», no se lo creen.
Conviene definir algunos conceptos. Los proyectos que maneja el Ejecutivo se centran, físicamente, en Vega de Pas. Pero el objetivo es que redunden en los valles pasiegos en su conjunto. Vega es uno de los 16 municipios que incluye el territorio de los valles (el del Pas, el del Miera y el del Pisueña). Más allá de los consistorios, hay, en común, un Grupo de Acción Local (de sus informes y de la información de la página web vallespasiegos.eu salen los datos de la ficha que acompaña este texto), la Mancomunidad (que varía en los ayuntamientos incluidos) y una Asociación. Y, de hecho, más allá de pasiegos hay también merachos, carredanos, toranceses... Además de la proximidad geográfica, la comarca, los territorios, comparten una similitud paisajística (la cabaña, el prado y el muro como emblemas entre las montañas), una forma de vida similar (muy vinculada a la actividad ganadera) y una historia común.
Pero, ojo, porque hay muchos matices. La realidad demográfica o laboral de Liérganes, Castañeda, Santa María de Cayón o Penagos, en el área norte, o de Puente Viesgo, en la zona noroccidental y en el eje de la N-623, nada tiene que ver con la de San Roque de Riomiera, Vega de Pas, San Pedro de Romeral o Luena, al sur. Sirvan varios ejemplos. En la distribución por edades del conjunto de los valles, un 13,94% de la población tiene menos de 16 años. Es una media. Pues bien, en San Roque ese dato no llega al 5%. El global de mayores de 65 está en el 21,71%, pero en Luena alcanza el 34,73%.
En la radiografía de las zonas con mayor grado de dispersión y aislamiento afloran conceptos como despoblación, envejecimiento... El número de hombres es mayor al de mujeres, la presencia de población extranjera es mínima y los jóvenes en edad de incorporarse al mercado laboral son muchos menos que los mayores jubilados o a punto de jubilarse. Del mismo modo, la ganadería –que sobrevive a duras penas– aquí está más presente que en otros territorios.
«Las tres villas pasiegas –se refiere a San Pedro, San Roque y Vega de Pas– son el fondo de saco de los valles viniendo de Santander. Para venir pasas por Puente Viesgo, Villacarriedo, Selaya...». Lo dice Juan Carlos García, senador y alcalde de Vega de Pas, para explicar por qué el Gobierno espera que las obras sumen a la economía de toda la comarca. Él es el principal valedor del proyecto que más comentarios genera. Del teleférico se habla desde 2011, estuvo dos veces a punto de salir adelante (de la mano de gobiernos del PP) y decayó con los cambios en Peña Herbosa. Ahora parece que la apuesta es, otra vez, firme.
Las demás obras –tres– pivotan sobre esta. Dos tienen que ver con los accesos. La carretera entre Entrambasmestas y Vega de Pas, de once kilómetros y en paralelo al río, es el acceso principal al pueblo. Es estrecha y está parcheada. El presupuesto para ensancharla y arreglarla es de diez millones y la previsión es que el proyecto esté redactado este año.
La que unirá Estacas de Trueba con la estación inferior del teleférico, junto a la boca del viejo túnel de La Engaña, será casi nueva. Casi porque hay un pequeño tramo que ya existe y porque el resto se hará sobre la plataforma que se construyó para el ferrocarril que no llegó nunca (incluye pasar por varios túneles). Hay que asfaltar, canalizar, dotarla de servicios (soterrados)... Costará 3,2 millones e incluirá una vía para andarines y ciclistas. El itinerario atravesará los escenarios del tercer proyecto: el de los aledaños del túnel. García dice que de forma «inminente» empezarán las obras para transformar el antiguo almacén en centro de interpretación y base para el alquiler de bicis de montaña. Allí, al lado (aprovechando los antiguos andenes) se emplazará un aparcamiento para unos cincuenta vehículos. Luego, calcula que «en marzo o abril», empezarán los trabajos para convertir la estación en un albergue con 68 plazas.
Quedan los detalles del teleférico. Ya se ha dicho: la estación inferior estará en una explanada antes de llegar al túnel de La Engaña, cerca de los antiguos barracones. Habrá otro aparcamiento y desde allí se verán, mirando al monte que hay en frente, las dos torres intermedias que comprende el itinerario. En cabinas con cuarenta plazas se saldrá del Valle del Aján, se sobrevolará el de Yera y se llegará hasta la cumbre donde estará la estación superior para ver el de Pandillo, tras recorrer más de 2.300 metros.
Cuatro proyectos que, esa es la intención de la estrategia, impulsen otros: rutas de senderismo, rehabilitación de cabañas, actividades de barranquismo, la revitalización del museo etnográfico, mayor impulso a la industria agroalimentaria de la zona...
¿Cómo ve la comarca en 2030 (la idea es que el teleférico esté en 2027)? «Más activa que ahora –responde García–. Confío en que recuperemos habitantes y generemos empleo. La despoblación es difícil de combatir y sólo se puede hacer con empleo. Se nos llena la boca diciendo que hay que hacer cosas y no se hace nada. Puedes levantar veinte parques infantiles, pero sin niños... Los proyectos generan empleo y estamos en una zona en la que la orografía los permite».
Obviamente, no todos comparten su visión. Partidos como Podemos o Cantabristas, colectivos como Cantabria no se vende o grupos como Ecologistas en Acción están en contra del teleférico. Por cuestiones ambientales (está a la espera del visto bueno a la declaración de impacto) y por el modelo que representa, basado en «despilfarro» y «masificación». «Vega de Pas tenía 4.000 habitantes. Ahora 800. Los que hablan de masificación viven en las ciudades. Necesitamos gente en los pueblos. Aceptamos propuestas. Pero no aportan ninguna, sólo críticas. Y se va a actuar en zonas ya tocadas», apunta García.
Por los valles, claro, hay opiniones de todo tipo. A favor y en contra. Ángel Sainz, alcalde de Villacarriedo (PRC), es el presidente del Grupo de Acción Local. Asegura que ellos siempre han «reivindicado» la recuperación del túnel de La Engaña e insiste en que los proyectos deben incluir «unir la vía verde desde Ontaneda a la Estación de Yera y, así, conectar con Santander». Con respecto al teleférico, asegura que «si vienen inversores» apoyarán en lo que puedan. «De las inversiones no sabemos nada aún», matiza, pero entienden que «si los proyectos salen adelante y se hacen como hay que hacerlos, serán un revulsivo».
¿Y los vecinos de Vega de Pas? Los pasiegos, ya se sabe, no son de hablar. Pero dando una vuelta y preguntando, las opiniones coinciden. «Este es mi pueblo y esta es mi casa. O hacen algo o nos morimos. Estoy a favor del teleférico y de lo que hagan, a favor de que el pueblo sobreviva», dice Bárbara Cobo, la titular de la farmacia. «Tengo una niña de dos años que va al cole y cuesta juntar niños. El negocio nos va bien, pero pienso en ella. ¿De aquí a diez años habrá colegio? ¿Qué va a poder hacer aquí? No es sólo turismo. Necesitamos gente que se quede. Los vecinos, en general, están a favor de que se haga el teleférico, pero hasta que no lo vean, ya no se lo creen», opina Estela Torres en La Zapita , un obrador de quesadas y sobaos.
Y eso mismo dice –otros también, pero no quieren salir en el periódico– Encarna Mantecón trabajando el verde. «¿Pero se hace al fin? Llevamos muchos años ya. La gente se muere, los jóvenes se van y a los ganaderos se lo quitan. ¿Por qué no? Que lo hagan. Mi hijo de esto ya no come...».
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