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Ana del Castillo
Sábado, 14 de mayo 2016, 16:20
Su alteza Dalip Singh Sukerchakia, maharajá del Imperio Sikh, nunca imaginó que podría enamorarse de Kitty, la mujer a la que ha encargado asesinar. El sicario del tatuaje en la muñeca está a punto de acabar con la vida de la dulce nieta de la ... duquesa de Richmond, Lennox y Gordon, pero ¿conseguirá Dalip frenar el plan que él mismo ha urdido? No. Y es que en la mesa, de 25 comensales, hay cinco asesinos.
Así que Kitty ha muerto en la misma sala donde han asesinado a Sebastian Carrion, secretario de la centenaria aristócrata de Richmond. Menos mal que Samuel Jones, secretario del alcalde y espía británico, con más de 30 años de experiencia resolviendo entuertos, descubrió el pastel y destapó la farsa de la condesa de Brásova, Irina Serguéyevna Sheremétievskaya, que no era quien decía ser.
Los invitados estaban más perdidos que un pulpo en un garaje. La cena comenzó a las 21.30 horas y tres horas y unas cuantas copas de vino después el cadáver de Sebastian estaba más frío que la cena que sirvieron en la velada. Sin embargo, un candelabro, una cerbatana de dardos envenenados, un frasco de Cianuro y alguna que otra pista más, llevó a los invitados a señalar a los culpables.
"¡El médico. Ha sido el médico de la duquesa!". El mismo que se pasó la noche metiendo la mano por debajo del hábito de una de las monja. Su sobrina (la del médico asesino) lloraba cada vez que escuchaba la palabra cerveza y el agente rubio de la Interpol sólo quería hablar de negocios con el difunto Sebastian. Parecía el camarote de los hermanos Marx.
Total, que el muerto se quedó sin cenar. Su hermana, Deborah Carrion, más sola que la una y el maharaní se tuvo que conformar con su esposa, que en realidad era su madre. Como ven, una entretenida cena de locos.
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