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Guillermo Balbona
Sábado, 31 de diciembre 2016, 15:30
La cuenta atrás es obligada. Las obras de edificación del Centro Botín encaran su fase definitiva en la entrada del nuevo año. El proyecto de la Fundación Botín, que se ubica frente a la bahía, cumple cuatro años y medio de trabajos desde que en ... 2012 arrancara sobre el muelle de Albareda la construcción del doble volumen concebido por el diseño arquitectónico de Renzo Piano. Concluye un año que ha sido clave en el desarrollo definitivo de la infraestructura cultural, tras los problemas surgidos en diversas fases de obra, tanto por cuestiones técnicas y materiales, caso de la demora que provocó la instalación deficiente de los muros cortina, como por ende, por la financiación.
Ahora el Centro Botín, que en estos últimos meses aceleró la marcha de los trabajos, encara el 2017 con el final inminente de las obras y el punto de mira en una apertura que, según diversas fuentes, se anunciará entre enero y febrero y se fijará en primavera.
La Fundación Botín, que decidió tras los problemas detectados durante la construcción, no comprometerse con nuevos plazos, continúa eludiendo una fecha de finalización del proyecto.
En esta recta final de año el aspecto del edificio y su entorno es imponente y salvo el perímetro lógico que circunda su estructura, ha dejado ya los caminos expeditos y diáfanos que comunican la ciudad, los jardines y los muelles. De hecho los trabajos de las últimas semanas se han centrado en el exterior a través de labores destinadas a urbanizar y adecentar las zonas ajardinadas y senderos en torno a los edificios. Tal es así que la encrucijada de ambos volúmenes ya está marcada por las vallas que protegen el acceso y los pozos de agua de la escultora Cristina Iglesias.
A los trabajos de pavimentación de las zonas que conectan los Jardines, muelles y obras, especialmente desde la Grúa de Piedra la cual será reinstalada en marzo tras su reforma actual hay que sumar el avance significativo en la plaza central o pachinko, ese cruce de pasarelas y escaleras que une los volúmenes Este y Oeste y genera un espacio ciudadano insólito.
La instalación de la pantalla gigante de doce por seis metros y más de siete toneladas, ubicada ya de forma permanente frente al anfiteatro del Centro Botín, se convirtió a comienzos de noviembre en una de las últimas acciones que requirió el regreso de las grúas a la obra.
La fisonomía más aparente certifica que el Centro Botín ha entrado en su recta final y, en paralelo, la mayor parte de trabajos diarios corresponde en muchas superficies y rincones a remates y detalles. En el interior del Centro ya se han abordado pruebas, controles y ajustes en muchos de los espacios y la instalación general está concluida. El mobiliario de ambos edificios, mínimo en el caso del destinado a las grandes superficies de exposiciones (2.500 m2), no será visible hasta los días previos a la inauguración. En estas superficie se ultima ya el barnizado de los suelos de madera.
En el edificio Este los trabajos se centran en el panelado del auditorio, que sufrió una demora en los últimos meses. La zona denominada el muelle, un espacio de 372 metros cuadrados de acceso al edificio Oeste, se abordan actualmente diversas labores destinadas a este área de ocio (donde se ubican el restaurante y la tienda), caso de la instalación del techo y la barra de la cafetería.
La piel de cerámica del edificio, uno de los elementos fundamentales de la singularidad de luz e integración en el entorno concebida por el arquitecto genovés, prácticamente abarca ya toda la superficie. Como ya se anunció, determinadas zonas curvas y de conexión serán las última en recibir las piezas que en más de 280.000 cubren el Centro Botín. La pasarela inferior de quince metros, a modo de trampolín, que se adentra en la bahía estructura metálica de la pasarela que vuela sobre el cantil del muelle y la configuración significativa de las estructuras centrales que comunican ambos volúmenes, han acaparado otros de los trabajos recientes. El buen tiempo y la liberación progresiva de obstáculos hacia la zona de obra ha permitido que la presencia ciudadana en el entorno haya sido habitual.
Las plataformas y pasarelas que unen en altura las dos construcciones, servirán como distribuidor exterior de visitantes del Centro. El suelo acristalado translúcido y la iluminación y la estructura en general que combina barandillas, peldaños y zonas de paso, se ultiman ahora. El coste inicial del edificio se había estimado en 77 millones de euros, aunque hace tiempo que esta cifra quedó atrás. El presidente Miguel Ángel Revilla reveló en otoño de 2015 que el desfase económico podría ser de 20 millones de euros.
Tras los consiguientes remates y controles sólo cabe esperar que la Fundación anuncie la fecha de apertura a la que seguirá la muestra inaugural del artista belga Carsten Höller.
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