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El de este viernes no fue un día sencillo para los habitantes de la calle Juan de la Cosa en Santander. Los nervios, la tensión ... y la incertidumbre se apoderaron desde primera hora de la mañana de las decenas de vecinos que vieron cómo tenían que abandonar sus casas «con lo puesto» por el incendio ocurrido en el edificio nº33. Unas ocho horas frenéticas, hasta poder volver a ingresar en el edificio afectado, que mantuvo a muchos de ellos en los alrededores del operativo montado por el equipo de emergencias formado por agentes policiales, bomberos y sanitarios.
En un estado de nerviosismo palpable, Abilio Lastra, uno de los inquilinos del piso compartido donde se originó el incendio que costó la vida de dos personas en la buhardilla de arriba, regresó a la zona de los hechos. «No sé cómo ha ocurrido todo, a las nueve y veinte estaba en mi habitación. De repente, uno de mis compañeros ha dicho que estaba ardiendo la casa», relató este hombre de mediana edad, que lleva dos meses viviendo en este piso. «He llamado a los bomberos, hemos intentado avisar al resto de los vecinos tocando a los timbres y gritando, pero no nos hemos acordado de tocar el timbre a los vecinos de arriba».
Una situación de desconcierto que habría desembocado en no contactar con los vecinos de arriba: «No sé cómo no se han enterado con todo el jaleo que teníamos». En su caso llevaba poco tiempo como alquilado en una de las habitaciones del quinto piso izquierda, donde viven un número indeterminado de inquilinos, que Abilio no quiso especificar. «He cogido el extintor para intentar apagar el fuego, pero era imposible y ha llegado la Policía que me ha hecho abandonar el edificio. Todavía no sé cómo se ha originado el fuego porque no me contestan mis compañeros», puntualizó con agitación.
A algunos vecinos del edificio centenario les pilló el incendio mientras todavía se encontraban en la cama. «Tenía un día tranquilo por delante y me he tomado el inicio del día con calma, pero de repente todo ha cambiado cuando ha empezado a tocar timbres todo el mundo. ¡Fuera, fuera, salgan que hay fuego!», relató angustiada una vecina del primer piso. «He salido al rellano y he preguntado qué pasaba, no se veía nada donde yo vivo, ya ha sido al salir cuando he visto el humo». «He podido salir de casa con relativa calma, la gente salía corriendo, uno de los chicos que se encontraban allí habría intentado apagar el fuego, mientras que otro estaba timbrando a todos los vecinos», añadió con el susto todavía en el cuerpo.
El gran despliegue que cortaba en dos la calle Juan de la Cosa provocó que para atravesar dicha vía se tuviese que dar un rodeo por la calle Castelar. Muchos curiosos y vecinos de la zona se encontraban a ambos lados de las zonas perimetradas sin saber a ciencia cierta qué ocurría en el edificio afectado. «Nunca había visto un despliegue así, tan enorme, de Policía y de ambulancias. No me ha extrañado el olor a quemado porque tengo una obra detrás y utilizan una rotadora», señaló José María Martínez, vecino de la misma calle. «Ese edificio puede tener más de cien años y con mucha madera, con el frío que ha hecho esta semana habrán encendido algún aparato eléctrico y se habrá pegado fuego con algún chispazo», teorizaba sobre el posible origen de las llamas.
La preocupación se extendió a los vecinos de los edificios colindantes, que también son de madera, ante la posibilidad de que el fuego se propagase. «He salido de casa sobre las nueve y media y ya he visto a todos los bomberos fuera. No había escuchado ningún ruido, ha sido cuando he pisado la calle cuando he olido a quemado», subrayaba una vecina del número 29, otro edificio que ha tenido que ser desalojado por precaución. Estos vecinos pudieron regresar a sus casas pasadas las 13.00 horas.
Algo más tuvieron que esperar los vecinos del edificio afectado que desde que abandonaron su edificio esperaron hasta las 17.00 horas para poder acceder y habitar con «total seguridad» la edificación, mientras tanto tuvieron la opción de pasar gran parte de las horas en el Centro Cultural Doctor Madrazo, lugar que habilitó el Ayuntamiento para que los afectados pudieran tomar algo y hacer más cómoda su espera mientras el servicio de bomberos confirmaba que era seguro entrar de nuevo al inmueble.
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Ana del Castillo
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