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Estos incendios consecutivos durante la madrugada no ocurren de manera habitual en el centro de Santander. Es frecuente, eso sí, que algún fin de semana se registre alguna quema intencionada de contenedores de basura durante las noches. Un caso. Tal vez dos. O ... puede que algún fin de semana los bomberos hayan tenido más trabajo del habitual por actos vandálicos con fuego de por medio.
Hace siete años (noviembre de 2010) hubo una oleada de quemas de contenedores en Santander y municipios de los alrededores -se contabilizaron más de 40 en un año-. Pero para encontrar un escenario de incendios urbanos extendida en el tiempo, con daños considerables y gran alarma social hay que remontarse al año 2011, cuando el bautizado como 'pirómano de los portales' sembró el terror en una decena de comunidades de vecinos de Cuatro Caminos, la Plaza Carlos I, San Fernando y la calle Vargas y sus aledaños. Actuó en los meses de febrero y marzo de ese año, hasta que fue detenido. El incendiario resultó ser Francisco Javier G. P., un hombre «extraño y solitario» de 35 años que había sido camarero en la calle Vargas. En junio de 2015 fue juzgado por un delito continuado de incendio, reconoció los hechos y fue condenado a siete años y medio de cárcel.
Al año siguiente, en el verano de 2012, otra profusión de quemas en entradas de edificios y contenedores despertó el fantasma del 'pirómano del portales'. Esta vez el que fuera que lo hizo actuó en la zona de San Celedonio y Tantín, donde llegó a haber varios heridos por inhalación de humo. La investigación concluyó que estos hechos no estaban relacionados con los atribuidos a Francisco Javier G. P. -que ya estaba en prisión preventiva-.
En 2014 otro incendiario sembró el pánico en Cañadío. Las cámaras de seguridad de un local grabaron a un encapuchado prendiendo fuego con un objeto a la terraza de un bar, el Dalí, un incendio que causó una explosión y se propagó por la fachada del edificio de la calle Pardo Bazán.
Fuera de Santander, hubo otros casos sonados en la historia reciente. Como el del hombre de Comillas enfadado con sus vecinos que acabó quemando su propia vivienda o aquel otro que prendió fuego a cuatro casas en Polaciones -las más bonitas del pueblo-.
También en Castro Urdiales se denunciaron repetidas veces los actos vandálicos provocados por desaprensivos durante los noches de los fines de semana, con un sinfín de daños en mobiliario urbano -también contenedores quemados-.
Hace solo un año, en Camargo hubo varias oleadas de incendios de contenedores, una profusión de quemas «sospechosa» para la alcaldesa, pues coincidió en el tiempo con la clausura de la agrupación de Voluntarios de Protección Civil. Sea quien fuere, 2016 se saldó con innumerables quemas intencionadas en el municipio.
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