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La integración ferroviaria de Santander acumula planes fallidos desde finales de los años 90. En 2018, cuando se firmó un convenio a tres bandas (entre el Gobierno central, el cántabro y el Ayuntamiento de la ciudad), el arranque de las intervenciones parecía definitivo, pero el ... plan volvió a pararse con la entrada un año después de Ciudadanos (Cs) en el equipo de gobierno municipal, contrario al proyecto de cubrir las vías y que abogaba por soluciones como el soterramiento. Una propuesta que ya defendió en 2007 el entonces alcalde Íñigo de la Serna.
La intención de Cs era decidir el futuro de la integración ferroviaria con un concurso de ideas y así lo defendió hasta el último día en el Ayuntamiento, a pesar que desde el Ministerio le advirtieron de que su proceso participativo se tendría que enfocar en los espacios que se liberarían a pie de calle en Castilla-Hermida y sobre la losa, que eran los terrenos que pertenecerían a la ciudad una vez se ejecutase la obra. Aún así, Javier Ceruti (el de Cs era el concejal de Urbanismo) fue firme en su lucha contra la cubierta, a la que denominó en más de una ocasión como «lápida».
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Tras la salida de los naranjas en 2023 y con el PP volviendo a gobernar Santander en solitario, la disposición de las tres administraciones de reactivar el convenio de 2018 salió a relucir de nuevo, pero esta voluntad no se oficializó hasta el pasado jueves, cuando se concretó uno de los últimos cabos sueltos: la actualización del precio. En la reunión también se presentó un cronograma pormenorizado de las actuaciones que se desarrollarán hasta 2029 y donde la losa que cubrirá las vías es parte inamovible del proyecto.
Desde que se decidió retomar la obra el año pasado, las tres partes implicadas aludían a la comisión de seguimiento del convenio que se celebró el jueves (la novena en estos seis años) como hito para retomar el proyecto de una vez por todas. Ahí se dio a conocer el aumento del presupuesto hasta los 272 millones de euros (un 45% más de lo previsto en 2018), el único interrogante que quedaba por resolver, y se daba carpetazo a cualquier cambio posible en el plan original, más allá de la leve modificación que se realizó en 2022 para rebajar tres metros la altura de la parte de la losa más cercana a la calle Castilla, para que la pared no sea tan abrupta. Con esa modificación, la altura será de 13,7 metros en la parte más alta y de 10,7 en la más baja.
Antes que Ceruti, De La Serna barajó el soterramiento en 2007, cuando aún era candidato a la Alcaldía. Su idea, entonces, era soterrar las vías hasta La Remonta, incorporar un metro ligero y levantar una torre de 140 metros. Un proyecto que rondaba los 700 millones de euros y que no prosperó. Ya en 2017, como ministro de Fomento, De la Serna presentó el proyecto actual, que se firmó al año siguiente y que tenía un presupuesto mucho menor que el que barajó como alcalde, de 187 millones de euros.
La cita del jueves concretó el presupuesto y la cronología de las obras, que incluye hacer la losa
De la Serna, como alcalde, quiso soterrar las vías en un proyecto con un coste de cerca de 700 millones
Ceruti paralizó la cubierta de las vías con la intención de decidir el futuro en un concurso de ideas
Por eso, cuando Ceruti fue nombrado concejal de Urbanismo, la excusa del alto coste de soterrar las vías no le valía, ya que se habían barajado propuestas de precios mucho más elevados. Aunque no era la única opción que barajaba el concejal naranja. De hecho, lo único que tenía claro es que rechazaba el proyecto de la losa. Otra de las propuestas que puso sobre la mesa fue trasladar la estación a La Marga y poner en marcha autobuses lanzadera para trasladar a los pasajeros al centro. De todos modos, su intención era que el futuro de la integración ferroviaria lo decidiera la consulta ciudadana, y ahí tenía claro que la losa no sería una opción elegida por los vecinos.
De las razones para no soterrar las vías también habló en 2022 la directora general de Proyectos del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), Montserrat Rallo. Como explicó a El Diario Montañés, descartar el soterramiento no se basaba solo en cuestiones económicas sino en la accesibilidad con la que cuenta actualmente la estación de Santander: «Soterrar las vías supondría multiplicar los cambios de nivel para acceder desde la estación al tren con respecto a la situación actual, que es de por sí privilegiada, y en la que no es necesario cambiar de nivel en todo el proceso del viaje».
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