El Ayuntamiento de Santander defiende su gestión contra las plagas de ratas ante las críticas vecinales

Desde este área se contemplan dos tipos de tratamientos. El primero, de mantenimiento, consiste en colocar cebos, revisarlos y sustituirlos cuando sea necesario, así como atacar nuevos focos. Esta actuación, asegura Rojo, se realiza cada 15 días. También está el tratamiento de choque, según el que se aplica raticida en los focos localizados con el inicio de cada estación del año. Tiene una duración mínima de un mes y se repone cada cinco días.

La responsable de Medio Ambiente expone que para poner en marcha estos tratamientos se ha sectorizado el municipio en doce distritos y se han detallado los imbornales, pozos y rejillas que existen en cada una de las calles -donde se coloca el veneno-. Con este desglose, se realiza una planificación que permite atender a la totalidad del municipio. «A estos tratamientos periódicos se suma la atención a cada uno de los avisos que se producen por avistamiento y que se reciben y gestionan por diferentes canales (registro, servicio de salud, llamadas telefónicas...)».

En lo que va de año, se han colocado más de 14.000 pastillas de veneno repartidas en los imbornales y rejillas de los doce distritos y se han atendido 92 avisos por avistamiento. «Además de la operativa habitual y con la firme intención de atender a los ciudadanos, desde el área de Medio Ambiente se ha solicitado a la empresa que presta los servicios el adelanto del tratamiento de choque de octubre a julio. Según el calendario facilitado por la empresa, el plan de choque finalizaría a mediados de agosto».

Además, Rojo apunta que desde el área de Salud se ha firmado un contrato para el mantenimiento de solares, «lo que sin duda facilitará las actuaciones en aquellos solares particulares que al no ser mantenidos adecuadamente por sus dueños generan focos de suciedad y facilitan la presencia de ratas en ellos».

Ante el aumento de roedores en Santander durante los últimos meses -incluso años en algunas zonas-, una empresa privada de desinfección apunta a varias posibles causas. «Hay que hacer seguimientos y elaborar tendencias informáticas con gráficas para tener bien controladas todas las zonas donde hay ratas». El profesional también apunta la importancia de controlar las temporadas en las que más proliferan estos roedores con campañas de choque y recalca que hay diferentes tipos de veneno. «Hay calidades, los hay más o menos efectivos... No sabemos cuáles usan en el Ayuntamiento».

Desde la empresa de desinfección acusan del problema a las concesiones municipales. «Cuando era alcalde Manuel Huerta (entre 1987 y 1995), se incluyó el control de plagas en el servicio de basuras. Desgraciadamente, cada vez es más común que se adjudiquen los servicios a la empresa que menos dinero pide y luego pasa esto. La única forma de llevarse un concurso público es hacer una oferta con baja temeraria». Este experto explica que las empresas especializadas cuentan con biólogos y veterinarios para diseñar los controles de plagas de la manera más eficiente. «En el Ayuntamiento, esto se hace sin ningún tipo de formación». También apunta que existen trampas físicas que no necesitan veneno y que dan muy buenos resultados. «Pero cada aparato cuesta 1.800 euros, requiere un desembolso importante y es imposible proponerlo al Ayuntamiento porque siempre van a elegir al que menos dinero pide».

Desde las asociaciones de vecinos siguen quejándose de la proliferación de ratas. El presidente de la Fecav, Ricardo Sainz, explica que esta semana se han reunido todas las asociaciones de Santander para hacer una petición a la alcaldesa Gema Igual y que «se limpie bien toda la ciudad, que la aparición de ratas es una consecuencia de la suciedad. ¿Tenemos que bajar nosotros con las escobas a barrer las vergüenzas de esta ciudad?». Desde la asociación de Pombo-Cañadío-Ensanche, Ana Gómez califica la situación como una «falta de respeto a los vecinos». «Me indigna especialmente que la alcaldesa dijera el otro día que la presencia de ratas no es algo extraordinario y que no hay que alarmarse. No tiene que haber, debe prevenirse».